EL PAíS
Un negocio hecho a la medida de los banqueros
El sistema de AFJP fracasó. Sólo sirvió para engrosar las ganancias de los banqueros. Por qué los sueldos menores a 1500 pesos tendrán jubilaciones paupérrimas.
Por Maximiliano Montenegro
El ex ministro de la dictadura, Roberto T. Alemann, se mostraba frente a la cámara y ofrecía, generoso, toda su experiencia al servicio de los afiliados de una AFJP (Máxima, del HSBC). Prometía asesorar a los directivos en la búsqueda de la mayor rentabilidad, garantizándoles a los futuros jubilados la “máxima” seguridad para su ahorro previsional. Alemann cobra desde los 54 años una segurísima jubilación de privilegio de 3780 pesos del Estado argentino. Cuentan que, para justificar el plus de jugosos honorarios, además de dar la cara en el spot televisivo visitaba el HSBC una vez al mes para hablar en el Directorio de temas varios de la realidad nacional y contar anécdotas.
En el Gobierno todavía nadie se anima a decirlo en voz alta. Pero hay funcionarios de peso convencidos de que el sistema de AFJP fue una estafa, que sólo sirvió para engrosar las ganancias de los banqueros, dueños de las 4 mayores compañías privadas. Desde esta perspectiva, el conflicto mediático desatado en los últimos días no sería más que una cortina de humo para esconder el fracaso del régimen. Muy lejos de las augurios de Domingo Cavallo, padre de la criatura que nació en agosto de 1994, el chasco podría resumirse así: el régimen desfinanció al sector público, que terminó pagando tasas exhorbitantes por tomar prestado el dinero que antes recaudaba directamente. No ofrece ninguna respuesta a los excluidos del sistema, que son cada vez más: sin cambios drásticos, en el 2030, una de cada dos personas mayores de 65 años no tendrá cobertura previsional alguna. En tanto, a los afiliados aportantes –sobre todo aquellos con sueldos inferiores a 1500 pesos– les garantiza jubilaciones miserables.
Varios elementos confirman este análisis:
- Según los números de la Fundación Argentina de Investigaciones de la Seguridad Social (FAISS), hoy habría menos dinero en las cuentas de capitalización que si el afiliado –prescindiendo de Alemann– hubiese invertido su aporte (11 por ciento del salario) en un rústico plazo fijo al que le aplicaron el corralito y la pesificación. El cálculo para un sueldo de bolsillo de 1000 pesos es el siguiente: si el trabajador optaba por un plazo fijo (pesificado), hoy tendría –deducido el costo de un seguro de vida– unos 23.000 pesos. En cambio, en la cuenta de su AFJP hoy tiene sólo 17.500 pesos.
- En realidad, si se considera la situación a la que se llegó esta semana, en la AFJP ni siquiera hay esa suma. El 75 por ciento de las carteras está empapelada de títulos públicos, que los administradores/banqueros de los fondos subscribieron después de sellar acuerdos voluntarios con Cavallo, Roque Fernández, Machinea y, nuevamente, Cavallo. Salvo el caso de la AFJP Nación, los ejecutivos privados rechazaron la pesificación de esos bonos, que el Estado ofrecía pagar puntualmente a 1,40 más CER. Por tal motivo, ahora poseen bonos en dólares, pero en default, como todos los acreedores de títulos en dólares emitidos antes de la devaluación. Nadie sabe cuál será el valor de esos bonos. Pero con la quita que propuso Lavagna en Dubai es seguro que mucho menos que el valor de los préstamos pesificados, que el Estado honra al día. Así que en las cuentas de las AFJP privadas ni siquiera están los 17.500 pesos.
- El por qué hay tan poca plata en las cuentas de capitalización no es un problema del default sino de las altísimas comisiones que embolsaron los banqueros para regentear el negocio: hasta ahora, unos 5500 millones de dólares, un tercio de los fondos derivados a las cuentas de capitalización.
- Con esas comisiones financiaron un sistema más ineficiente y caro que el propio Estado. Según un estudio de los economistas Gustavo Lopetegui y Martín Lousteau –autores de un libro sobre el tema próximo a aparecer–, la Anses paga mensualmente 6,1 millones de jubilaciones y pensiones y procesa 23.000 solicitudes previsionales, contra 115.000 y 4000, respectivamente de las AFJP. Sin embargo, las administradoras cuentan con 10.736 empleados versus 7400 de la Anses. De otro modo: mientras el costooperativo anual del sistema público es de 260 millones de pesos, el del régimen privado ronda los 700 millones.
- Aun con esos costos leoninos –que incluyen los emolumentos de promotores como Alemann y de los ejecutivos a los que Lavagna llamó “inútiles”–, el negocio arrojó utilidades netas extraordinarias para los banqueros: entre 1995 y 2002, 1335 millones de dólares. Una tasa de rentabilidad del 14 por ciento anual.
- Con este sistema no hay solución al problema de fondo. Hoy, 830.000 personas mayores de 65 años –1 de cada 4 de esa edad– no tienen jubilación, y si las cosas no cambian serán 1 de cada 2 cuando los jóvenes de hoy ya no estén en edad de seguir trabajando.
- De acuerdo con los números de Lopetegui y Lousteau, aun con comisiones menores a las actuales –y obviamente salvado el problema del default–, los haberes jubilatorios que surjan de las cuentas de capitalización equivaldrán al 40 por ciento de los salarios. Por ejemplo, alguien con un sueldo de 1000 pesos podrá aspirar a una suculenta jubilación de 400 pesos.