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La agenda con el FMI

Las declaraciones de Kirchner de ayer revelan que el Gobierno tiene en claro que la cuestión de la deuda externa es un debate abierto en todos los frentes. No sólo ante los acreedores privados, sino también con el FMI. Tal como acostumbra, con su actitud, la dirección del Fondo no hizo más que salir en defensa de los acreedores de la Argentina. Washington pretende que el acuerdo por la deuda no se demore más allá de junio de 2004. Distintas voces del establishment argentino y los propios acreedores hicieron saber al gobierno de Estados Unidos que uno de los objetivos de la administración Kirchner sería demorar lo más posible esa difícil negociación para asegurarse un camino económico sin tropiezos. También volvieron las presiones del Fondo Monetario. Según la Carta de Intención firmada con el organismo, el Gobierno se comprometió con pautas que se incumplieron. Entre ellas, la aprobación del plan antievasión, una ley que habilite al Ejecutivo a modificar los cuadros tarifarios de los servicios públicos y la compensación a los bancos por los amparos. Otro punto que ya figura en la agenda refiere a que si bien la administración Kirchner acordó la meta de superávit fiscal para este año y el 2004, aún mantiene abierta la discusión para los dos años subsiguientes. Y está claro que Washington pretende algunos puntos más que el 3 por ciento firmado para el 2003-2004.

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