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Las políticas macroeconómicas del gobierno nacional, como la devaluación del 50 por ciento que generó el incremento de los insumos, los aumentos en las tarifas de energía eléctrica –una fuente indispensable para el riego de las huertas–, y la suba de combustibles provocaron que los costos para la producción frutihortícola prácticamente se duplicaran con respecto al año pasado.

Un relevamiento realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) los quinteros del Gran Buenos Aires y el Gran La Plata muestra, por ejemplo, que el costo de insumos como el abono es este año del doble que en 2015, y que el precio de la energía eléctrica, utilizada para los sistemas de riego, supera en casi cuatro veces el valor del año anterior. A su vez, el alquiler de la héctarea pasó de un promedio de 2500 a 4500 pesos. Así, la estimación sobre el costo mensual para la producción frutihortícola de una hectárea saltó de 9.222 pesos en 2015 a unos actuales 16.945 pesos.

En este marco, completó el centro de estudios, los intermediarios que compran las verduras y frutas a estos productores suelen pagar precios demasiado bajos como para compensar los aumentos en los costos de producción. Dos ejemplos son los precios de la lechuga mantecosa y la espinaca. Para la primera, el productor recibe de los intermediarios un promedio de $30 por cajón de 8 kg, mientras que vendiéndolo en ferias populares recibe $200 por la misma cantidad. En el caso de la espinaca recibe 15 pesos por un cajón de 12 paquetes, mientras que en la feria puede ganar lo mismo vendiendo sólo dos paquetes. Y ofreciéndolos incluso como una promoción.