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Empleados municipales, docentes, curas, el grupo de Laicos Autoconvocados y gente que se fue sumando protagonizaron ayer una marcha con cacerolazo en la que reclamaron la renuncia del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá. La manifestación había sido convocada, en principio, en repudio al enfrentamiento que mantiene el gobierno local con la Iglesia. Los católicos piden que la provincia “cese los ataques” contra las congregaciones religiosas y les devuelva el manejo de los hogares en los casos en que los contratos fueron rescindidos. Lo que ayer comenzó como una marcha de silencio a tres kilómetros del centro puntano, desde la Colonia Hogar, una de las instituciones intervenidas, terminó en una manifestación de diez mil personas frente a la Casa de Gobierno y pidiendo la renuncia del mandatario. Los trabajadores, que apoyan al intendente Daniel Pérsico, piden que se les paguen los sueldos, algo que les niega la intendencia paralela de María Angélica Torrontegui. Docentes y padres rechazan la designación oficial en las escuelas de 70 directores normalizadores. Las declaraciones del lunes de la titular del gremio docente oficialista, Velia Vilchez, fueron repudiadas por la Ctera. La dirigente había dicho que quienes participan en los reclamos son “zurdos que merecen el paredón”.