EL PAíS › MARIA JULIA DECLARO EN UN JUICIO POR ESTAFAS
La culpa era del contador
María Julia Alsogaray volvió a sentarse frente a un tribunal, aunque esta vez no fue la acusada sino la acusadora. La ex funcionaria menemista, presa desde agosto del año pasado por enriquecimiento ilícito, declaró ayer contra su ex contador Ernesto Mario Furlone, a quien denuncia de haberse quedado con 320 mil pesos que le dio para el pago de impuestos. La ex secretaria de Medio Ambiente dijo que no recibía a cambio recibos ni otras constancias, ya que mediaba entre ambos una relación “de absoluta confianza”.
“Furlone estaba un poco inquieto y molesto con la insistencia de los inspectores por saber cuánto cobraba yo”, recordó María Julia ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 1. Furlone llegó al juicio oral, que comenzó el jueves pasado, procesado por estafas reiteradas en ocho oportunidades mediante la falsificación de sellos y talonarios de la entonces Dirección General Impositiva entre 1991 y 1992. Si bien cuando le tocó el turno de defenderse, el hombre que llevaba los números de la ingeniera aseguró ser un “chivo expiatorio”, la ex funcionaria dijo que “había diferencias” entre lo que ella abonaba en concepto de Impuesto a las Ganancias y lo que finalmente ingresaba a la DGI.
En su declaración de ayer, María Julia explicó que conoció a Furlone a mediados de los años 80 a través de su padre, Alvaro, y que a principios de los ’90 le encargó que administrara su situación impositiva. Para ello, recordó haberle entregado en al menos tres oportunidades grandes sumas de dinero que, según precisó, fueron de 100, 50 y 40 mil pesos. Esos pagos eran asentados en una “libreta de almacenero”, que la ex funcionaria nunca aportó a la Justicia pues quería evitar que trascendieran sus gastos particulares.
Otro de los argumentos que dio ante el Tribunal fue que había delegado en Furlone su contabilidad, porque por aquellos tiempos “estaba como en una nebulosa”, a raíz de sus múltiples tareas en el gobierno de Carlos Menem y el divorcio de su marido, Francisco Erize. Pero en 1993, María Julia comenzó a recibir avisos sobre presuntas irregularidades en su declaración de impuestos y, cuando increpó a Furlone por la situación, el contador le habría dicho que había sido víctima de “algún empleado infiel”. La evasión tributaria por la que la investigaban fue el puntapié para que después la acusaran por enriquecimiento ilícito, delito por el que fue condenada.
El testimonio que dio el ex titular de la DGI Ricardo Cossio, el viernes pasado, también comprometió al contador cuando aseguró que “figuraba en una base de datos con pagos y facturas apócrifas”. Cossio contraatacó luego de que Furlone lo acusó de haber armado, junto a María Julia, un complot en su contra.