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Veinticuatro horas después de lo programado, hoy a las seis y media de la tarde, Roberto Lavagna concurrirá al Congreso para presentar el proyecto de ley del Presupuesto 2005. A última hora de anoche, en la mesa de entradas de la Cámara de Diputados se aguardaba un adelanto de la iniciativa. Se trata de una cuestión protocolar que evita incumplir con la ley que obliga a enviar el proyecto antes de que termine el día 15 de septiembre.
La redacción del presupuesto nacional es siempre importante porque define la política económica anual. Pero en esta oportunidad adquiere un condimento especial, ya que la presentación del plan 2005 se da en medio de la puja con el Fondo Monetario y con los acreedores internacionales por la deuda. Fue este escenario el que potenció los tironeos dentro de la propia administración para quedarse con una porción más importante de la torta de recursos. Mientras el Palacio de Hacienda pugnó para llevar a buen puerto las negociaciones con los acreedores, el ala política del Gobierno se volcó por mayores asignaciones a las obras públicas y a la atención social, con el calendario electoral de 2005 como telón de fondo.
Las proyecciones básicas del Presupuesto dan cuenta de una expansión económica del 4 por ciento. Una aspiración más que modesta, teniendo en cuenta el piso con que arrancará el próximo año después de un buen 2004. Las consultoras de la city y aun los economistas independientes coinciden en un crecimiento de dos puntos más que el escrito por Economía. Esa estimación conservadora no escapa a las reglas de juego de las idas y vueltas con Washington: es sabido que si figuraran más recursos, dado un crecimiento superior, la opinión del Fondo Monetario de elevar los giros a los acreedores tendría mayor sustento.
En ese contexto, Lavagna definió que el superávit fiscal primario (antes del pago de los intereses de la deuda) será del 3 por ciento del Producto Bruto, por encima al 2,4 por ciento de este año. A aquel porcentaje deberá añadirse el ahorro de las provincias, que podría ascender a otro uno por ciento, aunque este objetivo no figura en el proyecto ya que los distritos del interior votan sus propios presupuestos. Si finalmente fuera así, el esfuerzo fiscal para el próximo año totalizaría 4 puntos del PIB, uno más que el fijado en las pautas con el FMI para el período en curso. De esta manera, el compromiso del Gobierno se acerca a las pretensiones del Fondo Monetario. Se estima que cada punto equivale a 4500/5000 millones de pesos. Para conseguir estos recursos, el Presupuesto computaría un incremento de la recaudación impositiva del 12 por ciento, a 110.000 millones de pesos.
En cuanto a la inflación, se prevé una banda de entre 7 y 10,5 por ciento anual. Un nivel similar a la calculada para este año. Algunos observadores estimaron que ese parámetro indica la posibilidad de un aumento de tarifas para algún momento del próximo año. El mismo esquema se había fijado para 2004, pero como Néstor Kirchner no habilitó alzas tarifarias la inflación será inferior a la prevista en el Presupuesto: de hecho, si se toma en cuenta lo ocurrido en los últimos 12 meses, la inflación ascendió al 5,3 por ciento.
Tampoco se prevén modificaciones respecto del tipo de cambio. El proyecto planteará un dólar de entre 2,90 y 3 pesos. En ese caso, y si se cumpliese la pauta de inflación, el tipo de cambio real sería a fines del próximo año inferior al actual.