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En estos días, los jóvenes, tanto las víctimas de la tragedia como otros cercanos o solidarios, protestan ante lo que parece un uso político de su situación por parte de algunos sectores. “Es que lamentablemente estamos en un país que hace política desde la trampa –sostiene Urribarri–. Hay sujetos que especulan y se transforman en mesías del dolor de los demás. Y en esto los jóvenes son muy sensibles, mucho más que los adultos, que se prestan para marchar con gente que ocupa lugares bastante discutibles. Los jóvenes reaccionan contra eso, están en pleno dolor, se sienten defraudados y tienen miedo a los políticos. Y temen que se haga un uso político de sus circunstancias.”
“Es cierto –admite Rodulfo– que apenas alguien hace una marcha espontáneamente, grupos de todo signo empiezan a apropiarse eso para sí, pero por el otro lado no me parece nada positiva esa impugnación general de la palabra política, me parece peligrosa en los jóvenes, como si la política fuera en sí una cosa mala o algo de lo que se podría prescindir. El asunto está en discutir maneras alternativas de hacer política. Y a muchos les conviene tener jóvenes supuestamente apolíticos porque son manejables.”