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Algunos se indignaron, otros se defendieron, otros guardaron silencio y hubo hasta quien le dio la razón al Presidente. La respuesta de los economistas identificados con la década del 90 que Néstor Kirchner fustigó anteayer durante la presentación de los resultados del canje fue dispar. Tal vez lo que más les sorprendió fue que los bajaran del Olimpo al que habían logrado trepar en algún momento, ganándose la reputación mediática de “gurúes” o “expertos”, para ser tratados, con nombre y apellido, como simples lobbistas o meros chantas. Carlos Melconian, Jorge Avila, José Luis Espert y Daniel Artana respondieron a las críticas, apelando todos al mismo argumento: sus palabras citadas por Kirchner fueron dichas a principios de 2004, antes de que el Gobierno introdujera sustanciales mejoras en su oferta a los bonistas.
Para contrarrestar la aparición de tantos economistas-astrólogos en las radios ayer por la mañana, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, defendió por ese mismo medio las opiniones del Presidente. Dijo que las críticas apuntan a “revisar la conducta de aquellos que sistemáticamente tratan de generar el desaliento de la gente”. No obstante, el ministro se mostró medido al resaltar que “ahora estamos en un punto de inflexión que nos obliga a mirar para adelante”. Fernández supo compartir cartel con varios de los atacados, cuando era superintendente de Seguros del gobierno de Menem y revistaba en el cavallismo. “Ese tipo de discursos y de mensajes (como el pronunciado por Kirchner) son sólo porque la gente se tiene que acordar, nada más”, concluyó.
Manuel Solanet, Miguel Kiguel, Pablo Guidotti y Julio Piekarz prefirieron no responder públicamente a las imputaciones presidenciales. Jorge Avila, de la Fundación CEMA, lo hizo con ironía. “No me siento ni bien ni mal”, dijo, en todo caso “me siento mejor que cuando me acusó de complot en junio del año pasado; ahí realmente fue desatinado”. El socio de Pedro Pou reconoció que Kirchner “no deja de tener razón” cuando lo nombró como uno de los analistas que vaticinaron el fracaso del canje, aunque subrayó que el Gobierno “tuvo que triplicar la oferta” para lograr un alto nivel de aceptación. Más allá de su intento de defensa, Avila admitió que no tenía “ninguna esperanza” de que la operación saliera a flote. “Esto es un éxito que no se le puede negar al Gobierno, pese a que siguió una política que no comparto”, concedió.
Daniel Artana no confesó su discrepancia con la estrategia oficial de negociación. El ex fugaz secretario de Hacienda de Ricardo López Murphy afirmó que “en general” tuvo “una mirada bastante optimista” del canje y señaló que “la mayoría de las frases (citadas por Kirchner) son previas a junio de 2004”. “En septiembre de 2003, el Gobierno hizo una oferta que valía 8 centavos –indicó–, y el Presidente y el jefe de Gabinete se la pasaron diciendo que no se iban a correr una coma y la triplicaron, pasaron de 8 a 22 centavos por dólar.”
Espert recurrió al mismo argumento, también sin admitir que sus propuestas están en los antípodas de la política oficial. El economista indicó que él había dicho que la propuesta “iba a fracasar”, pero que se refería a la oferta de Dubai, de septiembre de 2003. “En junio de 2004 el Gobierno triplicó la oferta a los acreedores, que es la que terminó siendo aceptada por el 76 por ciento. En todo caso el Presidente está enojado conmigo porque pronostiqué lo que terminó ocurriendo”, aseguró. Si es por pronósticos, este economista no tiene muy buenos antecedentes. De hecho, salió último cómodo en el ranking de consultores que mes a mes elevan sus proyecciones macroeconómicas al Banco Central. Tan errado estuvo que terminó desistiendo de participar.
Finalmente, Espert atacó con una muletilla de los economistas de los ‘90, de escaso vuelo y muy poco explicativa de lo que realmente ocurrió: “Si entramos a sacar los trapitos al sol, que este buen hombre empiece a pensar lo que pasó en la Argentina, porque la convertibilidad se cayó por la política fiscal más irresponsable de la historia, dentro de la cual los gobernadores tuvieron una altísima responsabilidad”.
Carlos Melconian, asesor económico de Menem, respondió con más calma. “Para mí es una anécdota, pero la frase que Kirchner citó corresponde a febrero de 2004, donde me referí a una estrategia de (canje de) deuda equivocada, que el propio Gobierno cambió en junio de 2004”, retrucó.