EL PAíS › EL TEDEUM LOCAL TERMINO EN AGRESIONES
Escapándose en Santa Fe
Unos 500 manifestantes, en su mayoría mujeres y jóvenes, acorralaron ayer al gobernador santafecino Carlos Reutemann en la Catedral durante el Tedeum local. Reutemann tuvo que salir por la puerta de atrás del templo, a bordo de una 4x4 gris de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE). La protesta hizo añicos el operativo que diseñó y comandó personalmente el subsecretario de Seguridad Pública Enrique Alvarez, para proteger la celebración de Mayo con un cerco de 350 policías. En la iglesia quedaron refugiados el gabinete casi completo, un elenco de legisladores nacionales y provinciales –con el ex gobernador Jorge Obeid y los senadores Oscar Lamberto y Roxana Lotorre en primera fila–, el intendente Marcelo Alvarez; el presidente y algún ministro de la Corte Suprema, y hasta el jefe del II Cuerpo de Ejército, general Hernán Olmos. Todos optaron por la gran Lole: abandonaron la Catedral por la sacristía, con una excepción: el ministro de Salud, Carlos Parola, quien pagó con insultos, corridas y escupitajos el costo de salir por la puerta grande.
La mañana de ayer fue normal para el gobernador, con saludos y ceremonias patrióticas. Desde muy temprano, la policía había cerrado los accesos a la plaza con vallas y decenas de uniformes. Ubicó en sitios estratégicos dos ambulancias, un carro de bomberos y hasta un vehículo para casos de emergencias. Frente al Palacio de Tribunales se estacionó la camioneta gris de las TOE, que luego rescataría a Reutemann cuando los manifestantes coparon la plaza. La protesta germinó a cien metros de la Catedral, donde se plantaron manifestantes convocados por una Multisectorial contra el modelo económico, que esgrime 14 puntos opuestos a los que acordaron Reutemann y los gobernadores peronistas. El reclamo se nutrió con vecinos de asambleas barriales, estudiantes universitarios, pequeños empresarios, militantes de la centroizquierda, defensores de los derechos humanos con Madres y los Hijos en primera fila y muy pocos dirigentes piqueteros. Eran unos 500 manifestantes frente a un pelotón de 24 policías sin armas, pero con palos reforzado luego con otra docena. Mucho más atrás, se apostó la Guardia de Infantería Reforzada.
Un chico de 16 años hizo una de película: manoteó un tramo de las vallasmetálicas y lo arrastró varios metros. Otros lo ayudaron. Fueron segundos, pero los suficientes para abrir la brecha. Cuando los bandos quedaron cara a cara, el presidente de Apyme, Mario Galizzi, se paró frente a pelotón de policías, alzó sus brazos y desafió: “¡No repriman!” La Infantería corrió para cerrar el paso, amagó con bastones, pero resultaron pocos para cerrar una avenida tan ancha. La primera línea de manifestantes llegó a la Catedral cuando el arzobispo recibía feligreses con rango. El cántico se unificó entonces en decenas de gargantas. “¡Que se vayan, que se vayan...!”. Monseñor Storni fulminó con la mirada a los que tenía más cerca y entró a la iglesia. Se cerraron las puertas que protegen la recova.
La policía se reagrupó frente a la puerta grande, con un cordón de por lo menos 300 efectivos de brazos entrelazados. Por el cerco se filtró primero el himno y luego un cántico flamante: “¡Ché Lole, ché Lole, ché Lole, salí. Queremos ver la cara del FMI”. Reutemann salía por la sacristía.