EL PAíS
Solá ordenó avanzar sobre la estructura del poder duhaldista
El gobernador bonaerense quiere los lugares de Mércuri y Arcuri, los duhaldistas que manejan las cámaras provinciales. El plan incluye también el apoderamiento de la conducción del PJ.
Por Diego Schurman
No dejó pasar demasiado tiempo. Apenas conocido el categórico triunfo de Cristina Kirchner en la provincia, Felipe Solá ordenó avanzar sobre la averiada estructura duhaldista. Por eso en las próximas horas se conocerán los pedidos formales para desplazar a Osvaldo Mércuri y Antonio Arcuri de la presidencia de la Cámara de Diputados y de la vicepresidencia primera de la de senadores local. El plan del mandatario incluye el apoderamiento del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires.
Mércuri y Arcuri manejan poder y mucho, muchísimo dinero. El senador integra, además la línea sucesoria y, como fiel soldado de Eduardo Duhalde, ha trabajado ardorosamente para alterar la estratégica Ley de Presupuesto que Solá ideó para el distrito. Con otro escenario a la vista, el gobernador ahora estudia cuándo reenviar su proyecto.
El mandatario está lo suficientemente envalentonado como para meter bisturí en toda la provincia y terminar con los condicionamientos. El aluvión de votos que consiguió Cristina convirtieron al Frente para la Victoria en la primera minoría de ambas cámaras, desplazando al duhaldismo y su historia de hegemonía.
Según fuentes de la gobernación, hasta anoche el kirchnerismo se quedaba con 37 bancas de diputados provinciales y el justicialismo con 31. En tanto, en el Senado se repartían 19 escaños cada uno.
–Vamos por todo– atizó ante Página/12 un vocero felipista, con la inercia de los ganadores. Nadie sabe si la decisión tiene el copyrigth de Solá o detrás de ella hubo un empujoncito de la familia Kirchner, con quien el gobernador compartió en Olivos la cena de los festejos en la madrugada de ayer.
El espíritu expansionista quedó reflejado en cada declaración proveniente de La Plata. El ministro de Gobierno, Florencio Randazzo, no vaciló ni medio segundo en pedir la cabeza del conductor del justicialismo provincial, José María Díaz Bancalari. “La ciudadanía decidió quiénes somos los verdaderos representantes del PJ”, dijo.
–¿Piden mi cabeza? No entiendo, es como si yo pidiera la cabeza de Lilita Carrió que es del ARI. Randazzo pertenece al Frente para la Victoria y yo al peronismo –le dijo Bancalari a este diario.
–Pero parece que ahora el felipismo también va por el partido...
–... no jodamos con eso porque si no le estaríamos dando la razón a la UCR y el ARI que decían que nos dividimos para repartirnos cargos. Eso no fue así. Entonces que ellos se queden tranquilitos en el Frente para la Victoria, a quienes felicitamos por el triunfo. Pero nosotros somos el PJ. Ellos se fueron.
Kirchner ya había forzado el desplazamiento del diputado de la jefatura de bloque de la Cámara baja de la Nación por haber aceptado se compañero de fórmula de Chiche Duhalde. Por esa misma razón, ahora Solá le quiere dar una nueva estocada en la provincia.
Las principales espadas del duhaldismo armaron anoche una reunión de consejo partidario para ver cómo poner freno a la aplanadora felipista. El desánimo era ostensible y se propusieron un nuevo encuentro porque la noche de anoche no era precisamente una buena noche.
Está claro que Solá va por el partido. Sabe que, por ejemplo, 13 intendentes bonaerenses son presidentes del PJ distrital. Y el gobernador no quiere congelar un situación como si nada hubiera pasado, a pesar de haber jugado abiertamente por fuera de la estructura partidaria.
Felipe ya no se siente una pelotita de tenis de un partido que juega Kirchner y Duhalde, como alguna vez confesó. Hace rato que decidió apostar por el Presidente y por eso busca capitalizar un hecho histórico: la desestructuración del aparato duhaldista, una empresa que ni el menemismo en sus años dorados pudo efectivizar.
Los números son elocuentes: el duhaldismo perdió 7 de las 15 bancas de diputados provinciales que renovaba. El Frente para la Victoria, por el contrario, sumó 18 nuevas bancas. Al menos tres peronistas ortodoxos que el domingo se reunieron en la sede de Uatre para apoyar a Chiche transformaron la frialdad de los números en lágrimas reales. Las caras largas eran norma, y el pase de facturas pasó del murmullo a las quejas airadas.
Como botón de muestra del triste derrotero está Lomas de Zamora, bastión duhaldista por excelencia. Allí el kirchnerismo logró una excelente performance. ¿Otro ejemplo? El revés duhaldista en Lanús, los pagos del histórico Manolo Quindimil. El trece veces intendente, quien cedió lo que pudo y más para llevar a Chiche al triunfo, demostró que nadie es profeta en su tierra. El PJ sufrió allí una ostensible caída.
Solá ahora tiene suficiente handicap como para evaluar los cambios de su propio gabinete. Aún no tiene resuelto si retenerlos o dejar que el 10 de diciembre los secretarios, Cristina Alvarez Rodríguez, de Cultura, y Remo Carlotto, de Derechos Humanos, ocupen las bancas de diputados nacionales, obtenidas el domingo en la lista que encabezó el intendente de la Matanza, Alberto Balestrini.
Lo mismo ocurre con el director general de Escuelas, Mario Oporto, y el ministro de Salud, Ismael Passaglia, a quienes el voto popular convirtió en senadores provinciales. “Todavía hay tiempo para decidir al respecto, pero son temas que ya se están conversando”, señalaron a este diario fuentes de La Plata. Con esa tranquilidad, el gobierno felipista también busca decidir la suerte del directorio del Banco Provincia.
El éxtasis de Solá tiene su contracara en Duhalde. Desaparecidos de escena –algunos dijeron que Chiche estuvo almorzando con amigos, otros que se fue con su esposo a descansar a un destino incierto–, la cabeza del sector derrotado transita su duelo.
Una vez que el ex presidente formalice la ruptura con Kirchner, alejándose el diciembre del Mercosur, empezará a reconstruir fuerzas o establecer alianzas pensando en 2007. Ahí se sabrá si lo del domingo fue una herida de muerte o si, como reconoció Solá pese a su embale, el duhaldismo apenas está desinflado.