EL PAíS › LOS INDUSTRIALES DE LA UIA, SORPRENDIDOS POR EL DESPIDO DEL MINISTRO
Se fue uno de la casa y esperan a la mujer
Dueños y ejecutivos de grandes empresas trataron de disimular el nerviosismo y las dudas sobre el recambio en Economía. En la Bolsa, en cambio, el estado de ánimo se reflejó en las cotizaciones. Las acciones bajaron 4,5 por ciento y el dólar subió a 3,02.
Por Raúl Dellatorre
Desde Rosario
Trataron de disimularlo, pero no pudieron. La Conferencia Industrial Argentina que realiza la UIA se encontró en su primer día de deliberaciones, apenas comenzada, con la novedad de la renuncia del ministro de Economía. Una vez confirmada la noticia, y tras los primeros contactos vía celular a Buenos Aires, algunos de los responsables de la central empresaria anticiparon, en voz baja, otro anuncio que consideran como inminente: el pase de la Secretaría de Industria (junto a la de Agricultura) al área de Planificación. El nerviosismo, las angustias, los temores, intentaron disimularse con la muletilla de que “se trata de un cambio normal, en condiciones de crecimiento que nada tienen que ver con renuncias en medio de una crisis”. Pero ya era imposible: los cambios y las especulaciones en torno de la conducción económica ya habían desplazado el eje de la convocatoria del evento.
Frente a un micrófono o un grabador, los dirigentes industriales se mostraron sumamente prudentes. “No está en discusión el modelo económico; es el modelo del Presidente, cualquiera sea el ministro”, recitaba Héctor Méndez, titular la UIA. “No es lo mismo cambiar de ministro en medio de una crisis que en situación normal como la actual; es, simplemente, el fin de una etapa y habrá que esperar cómo se inicia la nueva”, intentaba tranquilizar Ignacio de Mendiguren, vicepresidente de la central fabril. “A mí, Felisa (Miceli) me impresionó muy bien las veces que me ha tocado estar con ella. ¿Por qué no habría de hacer una gestión tan buena como la de Lavagna? Estos cambios no me preocupan, los que no me gustan son los que afectan la institucionalidad, como el de la presidencia de Eduardo Duhalde”, opinó en otro momento Cristiano Ratazzi, presidente de Fiat. Fuera de micrófono, se escuchaba otra cosa.
Aunque no a todos tomó por sorpresa el despido de Lavagna. Uno de los integrantes de la cúpula fabril mantuvo contactos el fin de semana con allegados suyos en la Casa Rosada, que le habían anticipado que la relación entre el jefe del Palacio de Hacienda y buena parte del gabinete se había vuelto insostenible, sin marcha atrás. “Las sospechas que lanzó sobre De Vido generaron un clima de irritación y no falta quien quiera salir a contestarle en público, abriendo sospechas sobre funcionarios de Economía”, le comentó el confidente del pope industrial. Kirchner no podía dejar que la cosa avanzara a tal punto, y tomó una decisión que no creía necesaria tan rápido. “Quiere que lo rajen”, agregó la misma fuente. “Está preparando un salida como la de Cavallo en el ’96, despedido y con un aura de honestidad y eficiencia”, le adelantó su allegado al empresario en el fin de semana. Ayer, Kirchner dio ese paso, seguro de que a él no le va a tocar quedar estampado en la historia como Carlos Menem.
A los dirigentes fabriles, en su mayoría, les duele la partida de Lavagna. Lo consideran un hombre ligado al sector. “Es de esta casa”, dicen como para señalar pertenencia a la UIA. Con respecto al futuro inmediato, las mayores especulaciones se hacen en torno de quién será el futuro secretario de Industria, si esta área pasa a la órbita de Julio De Vido. Muchos apuestan a que Miguel Peirano seguirá al frente, lo que los tranquilizaría, tratándose de un economista surgido del Departamento de Economía de la propia central fabril. La apuesta es fuerte, porque las mismas versiones aseguran que Miguel Campos, secretario de Agricultura, no correrá la misma suerte y se perderá en la mudanza de ministerio.
Con respecto a Felisa Miceli, la mirada es benévola. “Políticamente es una opción tranquilizadora, porque es como una continuidad natural de Lavagna. Hubiera sido malo que eligieran un ‘pingüino’ y mucho peor que pusieran a alguien como... ¿quién te puedo decir? Daniel Carbonetto”, comentó a este cronista un destacado referente industrial. Ni santacruceños puros, que concentren mucho el poder en el entorno presidencial, ni “impredecibles”, como catalogan al diputado y economista de la CGT Moyano. Además le reconocen a la recién designada ministra cualidades proindustrialistas que ya puso de manifiesto al frente del Banco Nación. Pero, en las presentes circunstancias, este dato puede significar poco si, como prevén, su poder resulta groseramente recortado al pasar las áreas de producción a la cartera de De Vido. Al llegar a este punto, los empresarios eluden mayores comentarios. “Bueno, a De Vido ya lo conocemos, él va a seguir las políticas que indique el Presidente, y los secretarios que nombre o que sigan, también”, apunta, a modo de síntesis y punto final a la vez, uno de los pocos que suelta palabra sobre el tema.
Sobre los motivos del alejamiento de Lavagna hay una suerte de consenso: no hubo diferencias con Kirchner en temas económicos, pero sí en asuntos políticos. Todos señalan el discurso del martes pasado en la Cámara Argentina de la Construcción como el principio del final: fue el día que denunció los sobreprecios por operaciones cartelizadas en las licitaciones de obras públicas. “Lanzó un discurso que sabía que iba a sonar agresivo, y eso no pasa sin pagar un costo”, comentó ayer uno de los presentes en Rosario en esta convención industrial, que también estuvo la semana pasada en el evento de los constructores. “Podría haber utilizado otra fórmula; por ejemplo, diciendo: ‘Estamos siguiendo con el Presidente este tema’, pero no: eligió un lenguaje provocativo”, refrescó otro observador industrial con respecto a aquella controvertida pieza oratoria. “¿Buscó provocar su salida, entonces?”, preguntó este diario a varios interlocutores. La respuesta, coincidente, fue el silencio y un leve levantar de hombros.