Dos gomones rodearon al buque, uno en proa y otro en popa, para obstaculizar sus maniobras, mientras un grupo de activistas trepaba a la cubierta. Una de ellas, mujer, consiguió llegar incluso hasta el ancla y allí se encadenó. Con esta medida, Greenpeace bloqueó en el puerto de Talcahuano, Chile, un envío de materiales de construcción destinado a la papelera Botnia. Se trata de las mismas estructuras metálicas que, un mes atrás, habían sido frenadas en tierra cuando hubo un intento de cruzarlas en una decena de camiones, que fueron frenados en los puentes de Gualeguaychú y Colón. Como consecuencia de la nueva protesta, esta vez marítima, la salida del carguero se postergó por 24 horas.

Los manifestantes mantuvieron durante tres horas el bloqueo y finalmente fueron desalojados por las autoridades navales. En el casco del “Baltimar Sirius” dejaron pintada la consigna “No más papeleras”.

La nave llevará a Montevideo 20 contenedores con 700 toneladas de materiales de la empresa chilena Edyce. Según el gobernador marítimo de Talcahuano, Ricardo Boke, partirá finalmente mañana.

“Este no es un problema de un solo país sino de toda nuestra región y por eso demandamos un plan de producción limpia para esta industria”, señaló el coordinador de la campaña de tóxicos de Greenpeace en Chile, Samuel Leiva.

Luego de la intervención, Greenpeace hizo pública una nueva propuesta al gobierno de Tabaré Vázquez. “Junto con el plan de producción limpia (que debería implementarse tanto en Uruguay como en la Argentina), hemos planteado tres puntos: que las plantas que proyectan instalar en Fray Bentos sean trasladadas separadamente y reubicadas lejos de todo centro urbano y turístico; que se realice un reordenamiento forestal y que se prohíba la radicación de plantas de celulosa con capacidad superior a las 700 mil toneladas anuales de pulpa”, indicó Oscar Soria, de la filial argentina de la organización.

Una decena de camiones procedentes de Chile con estructuras metálicas para la empresa finlandesa Botnia permanecieron en enero frenados durante diez días en las cabeceras de los puentes Colón-Paysandú y Gualeguaychú-Fray Bentos. El bloqueo los obligó a retornar a su lugar de partida. Desde entonces se había especulado con la posibilidad de que las cargas pudieran ser trasladadas por mar.

Los ambientalistas –y con especial énfasis los vecinos de Gualeguaychú– reclaman que el gobierno nacional prohíba el cruce de insumos para las plantas de celulosa a través de la frontera argentina. Ayer insistieron sobre el punto, al que consideran una garantía previa a levantar los cortes de los puentes. “Si en un gesto de buena voluntad nosotros suspendiéramos (los piquetes), no podríamos correr el riesgo de que fuera aprovechado para pasar el material para la construcción”, sostienen allí.

Oscar Bargas, de la asamblea ambientalista,respaldó el nuevo bloqueo de Greenpeace. “Ahora todo el mundo conoce las maniobras que intenta la empresa” para avanzar con su planta, pero “lamentablemente, todavía el gobierno argentino no ha brindado las herramientas para que estas mercaderías, que tienen como destino la construcción de plantas que van a ser contaminantes, dejen de transitar por rutas o por aguas argentinas”.

Bargas añadió que el tema fue planteado al gobierno argentino. “El ministro (del Interior) Aníbal Fernández dijo hace 18 días que ya había enviado esas disposiciones a Aduana y a Gendarmería, pero evidentemente ello no ha ocurrido. No podemos estar nosotros tirándonos delante del barco, como hicimos con los camiones.”

De todas formas, la existencia del buque para transportar las estructuras metálicas hasta Montevideo va a complicar cualquier intento de bloqueo. La carga bien puede navegar por fuera de la jurisdicción argentina, ser desembarcada en la capital uruguaya y completar por territorio oriental su camino hasta Fray Bentos. En ese caso, es improbable que ambientalistas o vecinos puedan tomar algo más que una medida de protesta simbólica.