Viernes, 3 de marzo de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › EL COMEDOR COMUNITARIO QUE INSTALARA RAUL CASTELLS EN PUERTO MADERO
Un empresario, enfrentado al gobierno porteño, que lo sancionó por infracciones en su restaurante, cedió al piquetero un lugar para construir un comedor. En estas páginas, la crónica de los trabajos, la explicación de Castells, el conflicto entre los comerciantes y las autoridades y el debate que se generó.
Por Pedro Lipcovich
Un nuevo restaurante temático abrirá sus puertas en la exclusiva zona de Puerto Madero. El establecimiento, regenteado por el conocido entrepreneur Raúl Castells, sigue de cerca las actuales tendencias, que ponen el acento en las comidas étnicas, y sin duda atraerá un público renovado al sofisticado paseo. El tema de este restaurante es, tal como lo planteó su creador, “cómo los ricos hacen sufrir a los pobres”: más exactamente, se trata de un comedor comunitario que, según dirigentes del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, que lidera Castells, atenderá especialmente a los chicos cartoneros que circulan por la zona. Según denuncia este Movimiento, restaurantes de la zona inutilizarían deliberadamente los comestibles que descartan (por ejemplo, incorporándoles vidrio molido) y la Prefectura habría dado instrucciones de que la basura se saque después de las cuatro de la madrugada, a fin de que la presencia de los cartoneros no incomode a los clientes del Casino.
Castells subrayó que “el comedor comunitario funcionará a metros de los restaurantes donde algunos pagan 400 pesos por una botella de vino”. El local fue cedido en comodato por un comerciante de la zona, a quien la Corporación Puerto Madero cuestiona por infracciones municipales (ver aparte).
El comedor comunitario funcionará en el quiosco que existe sobre Alicia Moreau de Justo frente a la Fragata Sarmiento, cerca del Puente de la Mujer. Ayer a la tarde, los militantes ya habían instalado una cocina eléctrica de varias hornallas, junto a la cual aguardaba una enorme olla. En los estantes se apilaban grandes paquetes de fideos guiseros. “El jueves de la semana que viene a las 18.30 inauguramos el comedor –anunciaba Castells–: habrá mate cocido y tortas fritas; convidaremos con lo que se come en las casas pobres cuando no hay plata para hacer otra comida.” Nélida Leguisa, dirigente del Movimiento, precisó que el comedor estará destinado a “gente carenciada, especialmente chicos y personas que trabajan en el cartoneo”.
“Nuestros compañeros cartoneros nos habían informado de la situación de esta gente, que después nosotros mismos constatamos –prosiguió la señora Leguisa–: ni siquiera pueden comer la comida que sobra porque en los restaurantes la mezclan con otros desechos y hasta con vidrio molido para que no abran las bolsas y preservar la imagen de Puerto Madero.” Según sus organizadores, el comedor comunitario contará con mesas al aire libre.
Mientras Página/12 dialogaba con los dirigentes tuvo lugar la espontánea visita de Silvia Sangoy, quien trabaja en una oficina próxima y tradujo al inglés la frase que los militantes inscribieron en el frente del comedor: “Por una Argentina donde los perros de los ricos dejen de estar mejor alimentados que los hijos de los pobres”. Castells decidió transcribir la versión inglesa en grandes carteles.
“Para que también los turistas sepan cómo en este país los ricos hacen sufrir a los pobres”, explicó el dirigente, y subrayó que “el comedor comunitario funcionará a metros de los restaurantes donde algunos pagan 300 pesos por una comida y 400 por una botella de vino”. Castells insistió en denunciar que “por pedido del Casino de Puerto Madero, la Prefectura Nacional (a cargo del orden en Puerto Madero) solicitó a los restaurantes que tiren la basura después de las cuatro de la mañana, para que los apostadores no se sientan molestos. A esa hora se abre un espectáculo dantesco, con gente peleándose por buscar comida entre la basura. Lo que queremos es que nadie coma las sobras de los otros. Lo que los ricos y poderosos quieren es que los comedores comunitarios estén bien lejos, no a cien metros del hotel Hilton y a 150 de la Casa Rosada”.
Castells subrayó que “lo de los perros de los ricos no es una metáfora: ayer mismo fue noticia la muerte del perro de Susana Giménez, mientras hay miles de chicos que pasan hambre”. El dirigente afirmó que su acción es “parte de la lucha de clases sociales y es contra el Gobierno, quedefiende a 50 grupos económicos y margina a millones. Como dijo Evo Morales, los perros de los ricos tienen pasaporte pero los aymaras son indocumentados”.
En eso estaba el dirigente cuando se acercó una turista española y pidió fotografiarse con él. “¿Franquista o republicana?”, la atajó Castells. “¡Republicana!”, contestó ella, y él, además de acceder a la foto, entonó, con buena memoria y afinación, canciones de la Guerra Civil: “Ay, que yo no tiro, que no,/ ay, que yo no tiro, que no,/ ay, que yo no tiro contra mis hermanos./ Ay, que yo tiraba, que sí,/ ay, que yo tiraba, que sí,/ contra los que ahogaban al pueblo en sus manos”.
El quiosco donde funcionará el comedor fue cedido en comodato por su propietario, Miguel Doñate: según Castells, el padre de este comerciante “era un vasco republicano y socialista, y todo esto dejó huella en el hijo”.
Doñate, consultado por este diario, no mencionó a su padre. Sostuvo que “mi empresa tiene un compromiso social y desde hace varios años contribuimos a comedores comunitarios”. En cuanto a Castells, Doñate no lo conocía y “tiene principios distintos de los míos”. Doñate criticó airadamente a los funcionarios de la Corporación Puerto Madero, que se negaron a habilitar como bares dos quioscos de su propiedad –uno de ellos, el que cedió a Castells– “porque no llegan a los 15 metros cuadrados reglamentarios; sin embargo, en otros lugares hay puestos de choripán mucho más chicos”. El empresario reconoció también haber cerrado con vidrios una recova: “Sí, está en infracción, pero ¿es tan grave eso en la Argentina?”.
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