Viernes, 3 de marzo de 2006 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Adrián De Benedictis
Suele ocurrir que las voces acusadoras se oyen con la escena ya sentenciada. Después de la actuación del seleccionado argentino ante Croacia, las mayores culpas recayeron sobre el arquero Roberto Abbondanzieri. Si bien el jugador de Boca no mostró ni mucho menos un nivel para el elogio, fue la estructura del equipo la que desencadenó el nivel regular que exhibió el conjunto nacional. Por eso el primer interrogante es saber cuál será el esquema defensivo que utilizará el entrenador. Desde que tomó la conducción del equipo mayor, el sistema defensivo más utilizado fue con tres hombres en la última línea. Y esto es toda una particularidad.
Los mejores logros que consiguió José Pekerman en su carrera como técnico, sin duda, fueron los tres títulos mundiales con los seleccionados juveniles. En el ’95, en Qatar, el equipo tuvo firmeza a partir de los cuatro defensores, al igual que sucedió dos años más tarde, en Malasia. La novedad apareció en el país, en 2001, cuando con sólo tres defensores también llegó a la cima. Después del paso de Marcelo Bielsa –elegido por el propio Pekerman para ocupar el cargo–, la Selección adquirió un “estilo europeo” que fue muchas veces cuestionado antes de llegar a la cita máxima. Y ahora el técnico parece heredar ciertos aspectos que antes estaban muy lejanos.
Pero esos problemas defensivos comienzan en el medio de la cancha, donde los volantes no terminan de acomodarse a una idea aún indefinida. Ante los croatas, la dupla Demichelis-Cambiasso no supo complementarse en esa zona, y los europeos llegaron rápidamente a enfrentarse con la defensa. Ese es el circuito en el que Argentina necesitará clarificar la situación si pretende no ser sorprendido en Alemania.
Pero además, más allá de la capacidad que poseen los hombres que se encarguen de la ofensiva, su distribución en el campo también deberá sufrir alguna modificación, para permitirle a un goleador como Hernán Crespo poder explotar en toda su dimensión.
Ahí estallan los inconvenientes del equipo. Y de esa forma la culpabilidad del arquero de Boca no es mayor al resto, al margen de que haya jugado un mal encuentro. El 10 de junio está demasiado cerca, y Pekerman, a esa altura, ya tendrá que tener las piezas ordenadas.
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