Martes, 17 de octubre de 2006 | Hoy
Hace treinta años, el director de la compañía farmacéutica Merck, Hanry Gadsden, hizo unos comentarios sorprendentes y candorosos a la revista Fortune. Dijo que “su sueño era producir medicamentos para las personas sanas y así vender a todo el mundo”. Aquel sueño es hoy el motor de una imparable máquina comercial manejada por las industrias más rentables del planeta. Así comienza el libro Selling Sickness (Vendiendo enfermedad) del investigador australiano Ray Moynihan (2005), que recién se acaba de traducir al español (con el título Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes), pero que todavía no llegó a la Argentina. Para Moynihan, como cada vez más neurólogos, psicoanalistas, pediatras, psiquiatras, psicopedagogas en el país, el Síndrome de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad no es otra cosa que parte de aquel sueño de Gadsden.
Moynihan lo dice así en su libro: “La industria ha hecho un marketing para transformar molestias comunes en todo tipo de enfermedades que las presentan como peligrosas y para las cuales ellas tienen la solución. (...) El desorden de falta de atención/hiperactividad ha sido otro éxito espectacular en transformar la percepción del público sobre un desorden de salud mental. Psiquiatras en las nóminas de los laboratorios han dado una explicación neurobiológica de esta condición y se han vendido medicamentos de acción similar a las anfetaminas, como por ejemplo Ritalina en grandes cantidades. Sin embargo, se diagnosticó con esta condición no solamente a niños con síntoma severos de hiperactividad o falta de atención sino a un número muchísimo mayor de niños inquietos o que se distraen en clase. También se prescribe a adultos por el simple hecho de que golpean nerviosamente con los dedos de la mano la mesa, un cuento más”.
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