Sábado, 28 de octubre de 2006 | Hoy
EL PAíS › CRITICA DEL DIPUTADO BONASSO
”Dado el estado de sospecha pública que se ha dado en Misiones, ganar es una derrota.” A pesar de su condición de kirchnerista, y de que suele definirse como “amigo personal” del Presidente, el diputado Miguel Bonasso suele sorprender con declaraciones críticas. Ayer fue el caso. A dos días de las elecciones que definirán si Carlos Rovira consigue la reelección indefinida, Bonasso vaticinó que las denuncias de irregularidades que viene haciendo la oposición de Misiones terminarán afectando la credibilidad de un eventual triunfo oficialista. “La sospecha pública es tan grande, el cuestionamiento institucional es tan fuerte en cuanto al tema de la reelección indefinida, que a veces, aunque ganás, y podés ganar sin que haya fraude, ganás contra la corriente histórica y a favor de las instituciones viejas, del feudalismo. Lejos de hacer bien al Gobierno, esas cosas lo perjudican”, advirtió en diálogo telefónico con Página/12.
Bonasso se define como de centroizquierda y al mismo tiempo kirchnerista. Considera que la administración de Kirchner tiene varios logros en su haber; también ha hecho cuestionamientos bastante duros. “En las listas hay unos cuantos escorpiones”, dijo al poco tiempo de que se conociera la conformación de las listas para las elecciones del 2005. Ayer, Bonasso retomó su costumbre y habló de desaciertos del Gobierno, a los que asoció con “el pejotismo más brutal y folclórico”. “No es mi estilo las reelecciones indefinidas”, subrayó. En tono vehemente, el escritor y periodista de licencia llamó a concretar de una vez la reforma política. “El país debe admitir que los partidos tradicionales están en una profunda crisis”, dijo.
–¿Por qué cree que si Rovira gana en Misiones el Gobierno pierde igual?
–Esto no es federalismo, es feudalismo. Al Gobierno lo salpica todo lo que venga desde el pejotismo más brutal y folclórico. Lejos de aumentar el caudal de popularidad, que el Gobierno tiene por otras razones merecidas, lo disminuye. El gran estallido de 2001 y la desconfianza con la clase política tienen que ver con estos fenómenos. Los partidos tradicionales están en crisis por el clientelismo y por mezclar negocios con política. Cuestiones como la búsqueda de reelección indefinida hacen que todo el mundo se queje de los políticos.
–¿Alguien lo llamó de la Casa Rosada al conocer sus dichos?
–No. Esto que digo no hay que interpretarlo como un ataque al Gobierno. Yo defiendo al Gobierno desde una posición de centroizquierda, es el espacio que quiero consolidar en la ciudad. Entiendo que si un gobernador te es adicto, desde el Poder Ejecutivo lo apoyes. Pero así no cambia nada. Primero era el tema de los intendentes, después los gobernadores, ¿y cuándo vamos a reformar la política argentina? Es bueno tomar distancia de esas prácticas. Y digo esto en el marco de mi relación de afecto personal con el Presidente y de apoyo en términos generales a su política.
–¿Usted apoya la idea de que detrás del ex obispo Piña están el arzobispo Jorge Bergoglio y Eduardo Duhalde, como ha dicho Luis D’Elía?
–Que quede claro. Yo no estoy opinando sobre Misiones en particular, porque estoy en contra de Rovira. Es probable que Rovira gane, y que gane bien, pero todo el cuestionamiento que ha existido y el planteo de la reelección indefinida tiñe todo esto de sospecha pública. Cuando existe tanta sospecha pública, un triunfo puede equivaler a una derrota. Entonces, si gana Rovira, en el fondo, en lo que hace al apoyo que el Presidente legítimamente tiene por parte de la población, este episodio y otros como el de San Vicente, de los que tal vez fue víctima, lo perjudican.
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