Sábado, 28 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › A UN AÑO DEL ESTALLIDO SOCIAL EN LOS GHETTOS QUE RODEAN PARIS
El aniversario del levantamiento en los suburbios pobres provocó una nueva ola de violencia. Es que la situación no cambió.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Las fechas coinciden con los hechos. Hace exactamente un año, los suburbios franceses conocían una fase inédita de violencia luego de la muerte de dos adolescentes perseguidos por la policía en la localidad de Clichy-Sous-Bois. El contexto controvertido en que se produjo el incidente fue multiplicado por mil a raíz de las declaraciones del ministro francés de Interior, Nicolás Sarkozy. Un año después, la tensión social en los suburbios es un dato visible. Cuatro autobuses fueron incendiados en las últimas 48 horas y el cuadro hace temer una recrudescencia de la violencia. Entre el otoño 2004 y el otoño 2005 lo que ha cambiado fundamentalmente es la forma que reviste la violencia. El incendio de los cuatro vehículos se suma a una tendencia aparecida hace unos meses: la agresión organizada contra las fuerzas del orden presentes en el terreno.
Luego de los incidentes, el primer ministro francés, Dominique de Villepin, pidió “sanciones ejemplares contra los agresores”, al tiempo que Nicolás Sarkozy anunció que dispositivos policiales acompañarían los autobuses que atraviesan zonas sensibles. El ataque más grave contra los transportes públicos se produjo el jueves a la una de la madrugada cuando cinco individuos tomaron por asalto un autobús de la línea 122 en la localidad de Bagnolet, las afueras de París. Uno de los atacantes puso un revólver en la sien del chofer y luego el grupo secuestró el bus para incendiarlo más tarde. Los demás buses fueron destruidos con un esquema similar: un comando subió al bus, obligó a los pasajeros a bajar rápidamente y luego lo incendiaron con cócteles molotov.
El temor más denso se concentra en la localidad de Clichy-Sous-Bois, donde los dos adolescentes que huían de un control policial murieron electrocutados en un transformador de alta tensión. El gobierno se limita por ahora a considerar que la violencia que estalló semanas atrás está organizada por grupos aislados de jóvenes que quieren únicamente conmemorar el primer aniversario del levantamiento de las ciudades periféricas francesas. Sin embargo, los sindicatos de policía y los analistas evocan una situación explosiva y la existencia de una suerte de guerrilla urbana.
En plena campaña electoral para las elecciones presidenciales del año próximo, el ministro de Interior se encuentra en el blanco de todas las críticas, debido al carácter altamente represivo de la política que adoptó desde su llegada a la cartera de Interior. Sarkozy reemplazó la llamada policía de proximidad que operaba en los barrios en alta tensión por una policía de interpelación y represión. En suma, una policía de intervención drástica contra una policía social, mezclada a los habitantes, perfectamente al compás de lo que ocurre en las casi 700 zonas difíciles que existen en Francia.
Según la edición del diario Le Monde fechada el 27 de octubre, Nicolás Sarkozy, candidato absoluto de la derecha para la cita presidencial, vive como una pesadilla un nuevo incendio de los suburbios. Le Monde dice: “El ministro no quiere oír hablar del aniversario de la violencia que estalló en 2004” y “teme tanto un recrudecimiento de la violencia como la crítica de su acción por parte de sus opositores”. Estos no están sólo a la izquierda sino también en el seno de su propio campo. Y dentro de él sus enemigos no son pesos livianos sino el mismo presidente, Jacques Chirac, y su jefe de gobierno, Dominique de Villepin.
La oposición comunista y socialista se hace un festín con el cruel panorama de los suburbios, tanto más cuanto que todos los informes y observaciones realizadas por la policía en el terreno apunta a una evidencia: un informe policial del pasado 11 de octubre observa: “La mayoría de las condiciones que, hace un año, condujeron al desencadenamiento de la violencia en una gran parte del territorio metropolitano siguen estando reunidas”. Los comunistas denuncian el hecho de que, al responder a la violencia con la violencia, el gobierno se comprometió con una escalada sin salida. En cifras absolutas, los incidentes registrados en esos días son menores, pero son su medio ambiente electoral y el carácter de la población que vive en los suburbios, franceses descendientes de inmigrados, los que los tornan decisivos.
El levantamiento en los suburbios había provocado una toma de conciencia nacional sobre los drásticos límites del modelo social francés y acerca de la política de integración. Un año después, todo ha vuelto a su punto muerto, es decir, a su masa explosiva.
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