La condena explícita al muro que Estados Unidos levantará en la frontera con México se convirtió en el principal tema de debate del encuentro de ayer entre los 22 cancilleres que participan de esta cumbre. España, en una situación complicada dado sus restricciones a la migración, consiguió que la condena no figurara en el documento –“La Declaración de Montevideo”–, sino en un comunicado aparte y en términos más amables que los que pretendían México y los países latinoamericanos, que lo apoyaban casi en su totalidad. “La construcción de muros es una práctica incompatible con las relaciones de amistad y cooperación entre los Estados”, sostiene finalmente el comunicado que suscribirán los presidentes. Allí le piden a Estados Unidos que revea la medida.

Al presidente de México, Vicente Fox, baluarte de la posición de la Casa Blanca a favor del ALCA en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, aquí le tocó llevar la contraria. Afectado por el muro de 1200 kilómetros que George Bush quiere construir en la frontera, México buscó que la Cumbre debatiera la cuestión. En la condena –según trascendió– quería que se tratara la situación de los migrantes en el marco de la defensa de los derechos humanos, con citas explícitas a la Declaración Universal y otros acuerdos internacionales. Pero España, tocada de cerca por la cuestión dado el creciente torrente migratorio de africanos que ingresan por Melilla y las presiones que recibe dentro de la Unión Europea para que imponga restricciones, se negó a que se hiciera un planteo en esos términos. Fox, una vez puesto a hablar sobre el tema, le bajó un tono a la iniciativa impulsada por su cancillería. No obstante, puntualizó: “No se trata de perseguir a quienes se ven obligados a dejar su patria como si se tratara de delincuentes”. Venezuela, obviamente, se anotó entre los más entusiastas con la condena. “Este es el muro del desprecio, el muro del racismo”, sostuvo el canciller de Hugo Chávez, Nicolás Naduro Moros.

La propuesta tenía un antecedente cercano. La Organización de Estados Americanos (OEA) ya había aprobado un texto condenatorio al muro dos semanas atrás, que contó con la aprobación de 28 de los 34 países que la componen. Para más, el tema convocante de la Cumbre Iberoamericana justamente es el de la migración, por lo que parecía atinado que hubiera una referencia en el documento final.

En un marco de reserva que le permite el extenso e infranqueable vallado alrededor de los lugares de deliberación, los cancilleres se reunieron ayer desde temprano en el hotel Radisson para resolver la cuestión. Finalmente, el consenso llegó a través de un “comunicado especial”, la forma en que generalmente se resuelven las cuestiones que interesan a un país o grupo de países de una cumbre pero no logran el consenso de todos para que se lo coloque en la declaración final que firman los presidentes. “Manifestamos nuestra profunda preocupación por la decisión adoptada por el gobierno de los Estados Unidos de América para la construcción de un muro en su frontera con México, toda vez que constituye una medida unilateral contraria al espíritu de entendimiento que debe caracterizar la atención de los problemas comunes entre países vecinos y afecta la cooperación en el hemisferio”, sostiene el escrito acordado por los cancilleres. En su último párrafo, los presidentes llaman a Estados Unidos a “que reconsidere la construcción de un muro divisorio en América”.

Fue el más importante pero no el único comunicado especial. Como es habitual, la soberanía en las Islas Malvinas también fue tratada. “Reafirmamos la necesidad de que los gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido reanuden, a la brevedad posible, las negociaciones tendientes a encontrar una pronta solución a la disputa de soberanía referida a la cuestión de las Islas Malvinas”, solicitarán los Presidentes.

También suscribirán comunicados especiales instando a continuar el proceso de paz en Colombia, a que Estados Unidos ponga fin al bloqueo a Cuba y en apoyo a la lucha contra el terrorismo.