Luis Barrionuevo partió ayer por la madrugada hacia Recreo, una localidad distante 200 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca. Allí, acomodará las valijas –para el regreso a Buenos Aires– y las ideas. El gastronómico estaba furioso con propios y extraños. Culpó a los catamarqueños que “no quisieron cambiar”. En la intimidad de la derrota, tampoco le cerraban los números: había perdido aun donde el PJ recuperó intendencias. Lo vivió como una traición de su propia tropa y afirmó que no volvería a insistir políticamente en Catamarca. Su candidatura fue la derrota más estrepitosa del PJ en la provincia.

El Frente Cívico y sus aliados kirchneristas le sacaron nada menos que 22 puntos de diferencia, unos 33 mil votos sobre 147 mil votantes. El justicialismo tiene apenas dos senadores sobre 16 bancas y perdió en la Cámara de Diputados su poder de condicionar el quórum oficialista: reúne entre todas sus líneas internas 17 escaños de los 41.

Su esposa, la diputada nacional Graciela Camaño, quien actuó como su jefa de campaña, fue la primera en emprender el regreso a Buenos Aires. Jorge Moreno, el presidente del PJ catamarqueño, era un llanero solitario en el bunker pejotista. La mayoría de los dirigentes locales evitaron acercarse al centro de cómputos que funcionaba en la sede local de los gastronómicos, cuestión de no verse obligados a dar la cara en un día de derrota.

Barrionuevo había quedado en soledad. Quizá su única victoria fue la defensa encarnizada de su triunfante candidato en la intendencia de Recreo: Daniel Ernesto Polti, un médico que en medio de la campaña enfrentó una grave denuncia y una causa judicial por la muerte de una chica en la “práctica ilegal de un aborto”. Pero al líder gastronómico eso ya no le alcanzaba.