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Por Mirta Mántaras *

En estos momentos la población es “blanco” de una intensa acción psicológica por parte de la minoría enriquecida a costa de la miseria general, la que pretende crear inseguridad y temor a los que salen a la calle y distorsionar la opinión pública a través de los medios de comunicación.
Es lo que hizo durante la dictadura militar de 1976 para sembrar el terror paralizante que hizo posible la muerte y desaparición de los luchadores populares, lo que luego fue morigerado por la conquista de formas democráticas en 1983, aunque los gobiernos electos no desdeñaron la manipulación de este mecanismo.
La ideología de la acción psicológica plasmada en el texto utilizado en 1976, que es el Manual de Acción Psicológica del Ejército (RC-5-1), define la propaganda como el medio de “influir en las emociones, actitudes y opiniones del público para lograr el comportamiento deseado en un momento determinado”.
Agrega el mencionado Manual: “Producida la propaganda, ésta deberá ser distribuida por los medios de comunicación seleccionados... La ventaja de la propaganda es la de permitir un encubrimiento natural de los fines, explotar el interés natural de la información o la diversión del público, para que éste transfiera espontáneamente sobre los temas de propaganda el prestigio que tienen por sí mismos los medios de comunicación de masas”.
Esto es lo que se intentó hacer con la represión del puente Pueyrredón, pero les falló por la presencia de medios de prensa alternativos, que crea la sociedad cuando existe democracia, aun de “baja intensidad”.
No obstante, existe temor y es porque el aparato represivo recurre a la “acción compulsiva”, definida en estos términos: “Será toda acción que tienda a motivar conductas y actitudes por apelaciones instintivas, actuará sobre el instinto de conservación y demás tendencias básicas del hombre (lo inconsciente). La presión psicológica engendrará angustia, la angustia masiva y generalizada podrá derivar en terror y eso basta para tener al público (blanco) a merced de cualquier influencia posterior”.
En esta etapa de crisis, la ciudadanía ya está advertida y salió a la calle, ha despedido a sus falsos representantes y pretende recuperar sus derechos a ejercer formas de democracia directa para decidir sobre un proyecto nacional autónomo. Aparecen, entonces, las amenazas, la inseguridad urbana y las muertes que pretenden encubrirse. A la vez, se intensifica la propaganda para que todo siga igual ante la perspectiva eleccionaria.
Conociendo este mecanismo, ante cada amenaza o agresión sólo la denuncia inmediata y la manifestación pública de solidaridad y repudio podrá hacer frente a tan detallado plan.

* Abogada de Derechos Humanos.