EL PAíS › TESTIMONIOS DE LOS MANIFESTANTES
Voces en marcha
“No sé por qué se decidió marchar separados” y “en este momento tendríamos que estar todos unidos”. fueron dos frases que se escucharon mucho entre los manifestantes que participaron ayer en la primera de las dos protestas en repudio a la visita del secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill. Enfrentados a los usuales ajustes recomendados por los funcionarios norteamericanos, trabajadores estatales con miedo a convertirse en desocupados, desocupados preocupados en perder los subsidios que les permiten subsistir, docentes y estudiantes fueron los principales protagonistas de la movilización.
Dos años atrás, Osvaldo viajaba todos las mañanas desde La Matanza a la Capital Federal para llegar a la ferretería donde trabajaba. A principios del año pasado, golpeado por la recesión, el dueño del local decidió despedirlo para reducir costos. Ayer, de jeans, zapatillas y gorrita, caminaba por Avenida de Mayo detrás de la bandera de la Corriente Clasista y Combativa de La Matanza. “Actualmente vivo junto a mi esposa y a mis dos hijos en el barrio Independencia, muy cerca del río Matanza, donde la mayoría de los vecinos no tiene trabajo y sobrevive gracias a los 150 lecops de los planes sociales, una huerta que mantenemos, y al comedor comunitario de la Corriente”, comentó. Y agregó: “Mi mujer también está sin laburo, estudiaba en un profesorado de danza, pero ahora no hay plata ni para pagarles a los docentes y cerró”. A pesar de no saber las razones de la división de la protesta, Osvaldo aseguró que “frente al hambre y a la injusticia que hay sería bueno que los que queremos cambiar las cosas nos juntáramos, y por ahí podríamos lograr que los políticos corruptos y el Fondo Monetario Internacional estén donde tienen que estar”, relató.
“Hace 10 años que enseño en Quilmes y desde siempre milito en el Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires”, afirmaba Griselda, de 47 años, una de las docentes que ayer se movilizaron. “Trabajo en barrios y villas, y por eso veo a diario la pobreza que están sufriendo los chicos y sus familias en el Gran Buenos Aires”, explicaba mientras la columna de Suteba se acercaba a la Plaza de Mayo. “No tengo muy claro por qué no hay una marcha única, aunque me parece importante la unidad en este tipo de cosas, porque ellos vienen por más ajuste”, agregó. Cuando la marcha llegó a Plaza de Mayo, perdidas entre las columnas de desocupados y trabajadores estatales, se podían ver algunas banderas de asambleas barriales. Germán, de 26 años, sostenía la de Plaza Palermo Viejo. “No nos parece nada bueno que haya dos marchas diferentes con el mismo propósito y con las mismas consignas. Desde la asamblea decidimos ir a las dos, por eso estamos acá”, afirmó. “Soy ingeniero, me recibí hace poco tiempo”, comentó sin mostrar demasiado entusiasmo. “Y ahora estoy desocupado. Trabajaba en una consultora de ingeniería que tenía como cliente a Aguas Argentinas, pero quedé afuera por reducción de personal, y ahora vivo en la casa de mi papá”, explicó mientras se esforzaba para que su bandera se acercara lo más posible al lugar donde Nora Cortiñas leía un documento conjunto de los organizadores de la protesta.
Producción: Alejandro Gaggero.