Jueves, 31 de enero de 2008 | Hoy
EL PAíS › EN LAS CONCESIONARIAS NO QUIEREN HABLAR DEL TEMA
Un aire tenso sobrevuela las concesionarias investigadas por la Justicia. Son aquellas donde los compradores de los “superautos” traídos ilegalmente denuncian haberlos adquirido. Página/12 recorrió tres de ellas buscando opiniones y descargas de los empresarios, pero lo que encontró fueron reacciones desesperadas, nerviosismo y un manojo de respuestas imprecisas.
Sobre Libertador, en la exclusiva esquina de Salguero, se muestra imponente la concesionaria Alejandro Minujen. Desde sus vidrieras se ostentan distintos modelos de Mercedes-Benz, BMW, Mini Couper y Harley Davidson cuyos precios están en moneda extranjera. Anotador en mano, Página/12 intentó hablar con algún responsable. Pero un anodino “los jefes no están” era lo único que repetían los empleados. En medio del desconcierto, dos de ellos se acercaron y amablemente fueron desplazando al cronista que, sin notarlo, retrocedió hasta la calle. Una vez allí, desde adentro los hombres desplegaron y trabaron las puertas de vidrio.
–Recién son las 18, ¿ya están cerrando? –preguntó con inocencia este diario.
–¿No ves? –respondió con picardía el empleado.
Sin embargo, tanto el portero de un edificio vecino como los empleados de la Esso de enfrente confirmaron que, en circunstancias normales, hasta las 20.30 el local permanece abierto.
Otro de los episodios tuvo lugar también sobre avenida Del Libertador, pero ya en Vicente López. Se trata de la concesionaria Machines, que con un enorme cartel rojo se jacta de vender “luxury vehicles” y donde al menos una persona denunció haber comprado una Hu-mmer. Esta vez, el diario encontró interlocutor. Se trató de José María Fernández, el encargado comercial de la empresa, que, antes que nada, aclaró: “En todo lo que se dice estamos ajenos”. Luego, interpretó que “esta cosa es toda muy rara”, analizó que debía haber motivaciones políticas y juró que Machines nunca vendió ninguno de los autos que se denuncian.
Así, con parsimonia, Fernández fue respondiendo cada una de las preguntas. Pero la cortesía alcanzó sus límites cuando se le preguntó por las Hummer que tuvieron en exposición. Su cara se transformó: “El que hayamos tenido camionetas no quiere decir que las hayamos vendido”. De la cantidad no se acordaba y del precio acotó que orillaba los 100 mil dólares. “Es que hace más de un año que no tenemos ninguna. No encontraron comprador y sus dueños, que eran también clientes, se las llevaron –afirmó–. Como te imaginarás, de ningún modo te voy a decir sus nombres.”
La última concesionaria visitada fue Manrique Automotores, ubicada en Hipólito Yrigoyen 1360, donde el Chaqueño Palavecino denunció haber adquirido la suya. En pleno centro, rodeado de estacionamientos, la concesionaria se ve modesta, con sólo un Mercedes Benz en vidriera. Allí, un hombre ya mayor fue intransigente: “Vinieron varios colegas tuyos, pero no tenemos ningún tipo de declaración que hacer. Esas son las indicaciones”.
Informe: Diego González.
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