EL PAíS

Dos miradas sobre el gorilismo

NORBERTO GALASSO *

Un fenómeno previo

“No creo que el acuerdo Kirchner-Lavagna incida en un rebrote de gorilismo, porque ya en las elecciones presidenciales había quedado demostrado un reverdecimiento gorila representado por la doctora (Elisa) Carrió, con sus planteos parecidos a las viejas monsergas de hace años. Cuando Carrió declaró que la enorgullecía que la votaran los sectores de la sociedad que van a la parroquia todos los fines de semana, refiriéndose a las capas medias de las ciudades del país, levantó ese viejo discurso que ya conocemos. Los sectores populares están viviendo una especie de reivindicación en donde se han partido las aguas a partir de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia. Pero el matrimonio presidencial, con Cristina en el gobierno y Kirchner desde el llano, debería apuntar a la reconstrucción del movimiento nacional desde abajo y no acordando con personajes como Lavagna o algunos gobernadores e intendentes siniestros. La Argentina no está exenta de la situación de América latina, donde este gorilismo existe y se puede palpar en las posiciones contra Cuba o contra Venezuela. Es por eso que el proceso que se está viviendo necesita representantes auténticos que expresen realmente un movimiento nacional. Lo que observa Alfonsín es que todo lo que abraza el peronismo se lo termina comiendo, y encima fue él quien le dio impulso al acuerdo entre el ex ministro y la UCR, lo que lo hace quedar peor aún. Hay sectores privilegiados que no quieren ceder frente a las reivindicaciones sociales que impulsó este gobierno, y esto acarrea enfrentamientos que siempre se ligan, por una cuestión histórica, al peronismo o al antiperonismo.”

* Historiador y ensayista


MIGUEL DE LUCA *

Menos virulencia

“La división peronistas-no peronistas sigue siendo la principal línea divisoria de la política argentina y esto se pudo ver en las últimas elecciones donde, más allá de que los Kirchner quisieran mostrar un enfrentamiento entre izquierda y derecha, el resultado fue el mismo: peronistas y no peronistas. Sorprenden las declaraciones de Alfonsín, porque durante los ’80 fue él quien planteó la superación de la antinomia histórica entre los dos partidos. Si bien sigue existiendo, no conlleva el grado de confrontación que existió en los años ’40 y ’50. Con el paso de Carlos Menem en los ’90, que licuó la impronta peronista al llevarlo hacia la derecha y relacionarlo con sectores históricamente enfrentados, y la que le está imponiendo Kirchner, acercando sectores de centroizquierda que veían con recelo al peronismo, aquella vieja idea se fue desdibujando. La distinción de un voto diferenciado por clases sociales tampoco es clara porque, si bien en las últimas elecciones el voto urbano no apoyó a Cristina, y esto es un dato importante, el voto peronista recorre un espinel que contiene a sectores que van desde abajo de la línea de pobreza hasta sectores acomodados. Ahora Kirchner mostró una cara distinta hacia los no peronistas, impulsando una idea de amplitud al acercarse a alguien que lo enfrentó hace pocos meses. La paradoja se encuentra en que la sensación que queda de esta maniobra es que el destino del espacio no peronista está atado a lo que decida el peronismo. De todos modos, por una cuestión biológica, los gorilas, en cuanto a su origen histórico, están en peligro de extinción. Esa posición hoy es marginal o residual.”

* Politólogo, secretario académico de la carrera de Ciencia Política (UBA).

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