La escritura de Ricardo Forster, su particular ejercicio del ensayismo, atravesó una intensa transformación en los últimos años. Sin abandonar las antiguas preocupaciones (la filosofía de Adorno, el pensamiento judío, los dilemas de la modernidad), sin abandonar la prosa elaborada y reflexiva, la marca de su estilo, sus escritos comenzaron a tomar o más bien fueron tomados, explícitamente, por la realidad política nacional. Y no sólo sus escritos expresaron ese cambio, también su vida pública lo encarnó. Forster entiende que la Argentina experimentó y aún experimenta “la excepcionalidad de un giro alocado de la historia”, una etapa imprevista y anómala inaugurada en 2003, con la llegada de Kirchner al poder, un proceso que adquiere “una potencia duplicada por el propio dramatismo de una muerte inesperada”. El propio autor, en una de las infrecuentes concesiones autobiográficas de sus textos, lo advierte en las primeras páginas de El litigio por la democracia, cuando define a la época: “Un tiempo que, de un modo inesperado, me ha permitido reencontrarme con la vocación política cuando ya pensaba que eso difícilmente pudiera volver a ocurrir”. Esa convicción se deja leer en este libro, que sigue la línea abierta por El laberinto de las voces argentinas, publicado en 2008, y La anomalía argentina, en 2010. En los tres, compilaciones de artículos que piensan e interpretan la coyuntura, lo público cotidiano, la propuesta de Forster es –como plantea en el volumen recién publicado por Planeta– “entrelazar la reflexión crítica bajo la forma del ensayo y de sus exigencias estilísticas con la intervención urgente emanada de las demandas de una realidad siempre desbordante, caudalosa y desafiante”. Lo inusual de la propuesta consiste en que a través de sus páginas se enhebran erudición y espesor teórico con los hechos salientes de la vida argentina: los nombres de Jacques Rancière, Walter Benjamin, Jacques Derrida, también los más cercanos de Horacio González y Nicolás Casullo, por citar sólo algunos, junto a cuestiones recientes como las que evocan la Sociedad Rural, Papel Prensa, la CGT, la “inseguridad”, Vargas Llosa, el enfrentamiento de la corporación de medios con el gobierno nacional, entre muchas otras. El litigio por la democracia está estructurado en dos partes. La primera, quizá la más compleja y ambiciosa, incluye tres ensayos de indagación filosófico-política. Forster aborda, en el texto que da título al libro, los conflictos inherentes a un sistema democrático que supone la igualdad de los ciudadanos pero lidia concretamente con la desigualdad material, en el contexto de una “sociedad del espectáculo” aún profundamente entramada por la matriz neoliberal: por eso, sostiene, quienes pretenden desplazar al conflicto del interior de la democracia, con sus llamados al orden y su “espanto” ante “la desprolijidad populista”, lo que en verdad buscan (o terminan propiciando) es remover el litigio por la igualdad. La particular interpretación de la realidad argentina y latinoamericana del autor está esbozada en constante diálogo y debate con otras interpretaciones, también con los posicionamientos derivados de otras nociones del rol del intelectual (“sin neutralidades hipócritas ni análisis revestidos con los ropajes de una falsa objetividad”, se presenta). La segunda parte del libro reúne diversas intervenciones de Forster en la escena pública, artículos publicados en Página/12 y en otros diarios desde los meses finales de 2010 hasta la actualidad, desde la muerte de Kirchner hasta las elecciones porteñas. En el epílogo, Forster entrevé los próximos comicios nacionales, “la elección más importante de las últimas décadas”, escribe, cuando “de una manera que no parecía posible en la no tan distante década del ’90 no sólo ha retornado la política, sino que la propia vida democrática ha encontrado una revitalización formidable y fascinante”.