ESPECTáCULOS › ESTEBAN MORGADO Y SU CUARTETO, HOY EN EL CICLO DE PAGINA/12
Andanzas de un músico endemoniado
El multifacético guitarrista tocará esta noche temas de su disco solista y de Piazzolla, en el marco del ciclo gratuito “Los viernes música”.
Por Karina Micheletto
Al guitarrista Esteban Morgado le cabe la frase de la canción de León Gieco: tocó con todos. Y también tocó de todo, en lo que a ritmos y formas se refiere. Estuvo con el Polaco Goyeneche, Antonio Agri, Enrique Cadícamo, Alfredo Zitarrosa, Isabel Parra, Adriana Varela, Lidia Borda, y siguen las firmas. Y, más acá en el tiempo, con Susana Rinaldi, en un disco que presentará en noviembre, y con Marcelo Boccanera, en un trabajo en el que tuvo a su cargo los arreglos y la dirección musical. No lleva la cuenta de la cantidad de discos ajenos en los que participó como intérprete, compositor, arreglador y director musical, pero la cifra ronda los cincuenta.
Dice que se siente cómodo como acompañante, que apuesta a dignificar ese rol. Al igual que su hermano Claudio (conductor de “Televisión Registrada”), incursionó en la tele, acompañando a Silvina Chediek y a los invitados que se animaban a cantar en el programa “Letra y música”, que estuvo en el cable cuatro años, y que actualmente puede verse en repeticiones. Hace tres años, sin embargo, Morgado dio un paso adelante y formó su propio cuarteto, junto a Quique Condomí en violín, Walter Castro en bandoneón y Horacio Hurtado en contrabajo. Fue después de un abrupto corte en su relación artística con Adriana Varela, cuando por sugerencia de Carlos Villalba, del sello Buenos Aires Música, encaró un trabajo junto a Lidia Borda y Brian Chambouleyron. Así surgió el disco Patio de tango, que grabaron con el cuarteto, y más tarde Endemoniado, en rigor, su segundo registro como solista, en el que Morgado despliega tangos propios, clásicos como “Naranjo en flor”, y algunos del repertorio de Piazzolla, todos arreglados por él. Hoy a las 20.30 presentarán este trabajo, con la participación especial de Alfredo Piro, en la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines (Belgrano 1732), en el marco del tradicional ciclo Los viernes música que organiza Página/12, con entrada gratuita.
–Después de tantos años de trayectoria, esta es la primera vez que está al frente de una formación. ¿Es como pasar a jugar en primera?
–Yo no diría eso. Es, sí, animarme a encabezar un disco, a poner mi nombre ahí y a dejar humildemente mi sello. Pero no lo siento como una etapa superadora, a mí siempre me gustó acompañar y pienso seguir haciéndolo mientras pueda.
–¿Qué es lo que más le gusta de acompañar?
–En la medida en que al tipo con el que estás le guste compartir, acompañar es sumar a la música. Yo no me considero el número 1, ni el 15 ni el 20, ni me importa tocar más o menos adelante, o más o menos rápido. La historia va más allá: cuando te conectás por medio de la música estás dialogando de alma a alma. Tanto me gusta acompañar que armé una historia para acompañar a muchos. Todos los sábados, en el bar “Los 36 billares” (Av. de Mayo 1265), estoy yo con mi guitarra y diferentes cantantes invitados. Y ahí hago un delivery, invito a la gente a que pida temas y los cante a coro. Se arman unas guitarreadas como las de antes, arrancamos a las 21 y estamos como tres horas cantando de todo, tangos, Fito Páez, Sui Generis... La gente se copa y es bárbaro porque, como es gratis, solamente tenés que pagar el café o lo que consumas, se juntan como 300, 400 personas, y es impresionante lo que pasa. De alguna manera también lo hago para reivindicar esto de la guitarreada, que es algo que teníamos en décadas pasadas y se fue perdiendo. No me parece casual que se haya ido cambiando por la cultura del shopping que nos quieren vender. Pues bien, esto es como decir: no podrán con nuestra memoria, con nuestra música y nuestra cultura.
–¿Qué fue lo que aprendió, por ejemplo, de Goyeneche?
–El Polaco me enseñó la humildad de los grandes. Esto puede sonar a frase hecha, pero es así. Yo lo iba a buscar para ir a grabar a lo de Litto Nebbia y el tipo me esperaba sentadito en el umbral de la puerta, vestido de jogging. Yo iba con un auto desvencijado, un Peugeot que notenía ni piso, y estaba pasando a buscar a Gardel, que le gritaba por la ventana a la señora: “Chau, Luisa, me voy a grabar”... No lo podía creer, parecía una de Almodóvar. Pero eso era el Polaco, todo el tiempo daba clases de humildad. Nos pasábamos tres horas charlando y después grabábamos algo que nos partía la cabeza. Escuchábamos lo que grabábamos y él nos agradecía, nos abrazaba llorando. Cuando grabamos con Antonio Agri nos besaba las manos... eso me enseñó y eso traté de aprender de él.
–Y ahora, ¿a quiénes está acompañando?
–En principio, estamos por grabar con el cuarteto lo que sería el Endemoniado 2, que quizás se llame Cuesta arriba, porque además de ser el título de un tema me parece que refleja la realidad del país y la forma en que tenemos que hacer las cosas. Seguiremos con el tango, que es un género que permite jugar. Después estoy con Marcelo Boccanera, con quien hicimos un disco que quedó muy lindo, sobre todo la versión de “Cinco siglos igual”, en la que participó Gieco. Con la Tana Rinaldi hicimos un disco íntimo, testimonial, con mucha poesía. Y ahora tenemos un proyecto con mi hermano Claudio, que toca el piano como los dioses, y con los hermanos Ligia y Alfredo Piro. Queremos hacer juntos algo como Hermanados por el tango, aunque seguramente llevará otro nombre, porque así suena medio grasa. Aunque, la verdad, es lo que siento. Que el tango hermana, y que para tocarlo hay que tocar entre hermanos.