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Cuando Germán Naveta decidió participar como extra en el fenómeno del humor televisivo titulado “Todo X 2pesos”, no sabía que ese acto que se insinuaba modesto modificaría sustancialmente su vida. El buscaba trabajo como actor. Ya había sido extra y se debatía entre una carrera universitaria y la actuación. “Pero miraba el programa y me parecía lo mejor de la TV”, recuerda en la entrevista con Página/12, ya convertido en personaje, simbólico por cierto. Naveta encarna a “Tito Cossa, agente de la SIDE”, a partir de la parodia a las series de espionaje, en un sketch que muchos reconocen entre lo mejor de “Todo X 2pesos” (lunes, a las 23).
El personaje le hizo ganar popularidad entre quienes siguen el ciclo de Ideas del Sur para el canal estatal. Con Fabio Alberti y Diego Capusotto como figuras visibles, y la supervisión de Pedro Saborido, el programa le permitió a Naveta lograr un tono propio a partir de su interpretación. Su “Tito Cossa” lo ayudó a atravesar la pantalla, para ganarse, luego de ese recorrido, amores y odios en la vida real. Hoy, cuando el ciclo entra en su recta final –pasado mañana se graba la última emisión–, Naveta reflexiona sobre la proyección de la ficción (a partir de su personaje en particular), sobre la vida real.
Es que “Tito Cossa” y sus vehículos de tracción a chorros de soda de sifón, o sus micrófonos a control remoto camuflados en medialunas de grasa, se convirtieron en un referente del programa. Rápidamente esa fama superó la personalidad de Naveta. Pero interpretar a un agente secreto, en un país donde los servicios de inteligencia representan todavía una de las huellas del horror de la última dictadura militar, no le fue fácil, confiesa. Aunque lo salva la risa, señala poco después. También, subraya, es consciente y tiene la convicción de que el humor puede ayudar a elaborar ese duelo.
–¿Cuál es la idea central del sketch de “Tito Cossa”?
–Una parodia del “Súper Agente 86”, creo, y salvando las distancias, por los inventos que se parecen a los que hacía el Súper Agente: el salamín-pistola, la baguette-espada, la alarma del auto que lo llama: “Tiii-tooo, veee-niii...”. Y siempre, como él, Tito aprieta el botón equivocado.
–¿En qué medida el personaje influye en su vida cotidiana?
–En el barrio ya perdí el nombre, ahora me llaman Tito. Pero también quería ser abogado y mientras estaba haciendo el programa iba a la facultad. Materia: Derechos Humanos. El profesor dice: “¿Esa birome explota?”. Era fan del programa y me contaba que el sketch le daba risa pero también bronca. El es marxista. Así que cuando pedía mi opinión y no era como la de él, aclaraba enseguida: “Porque usted es antimarxista”. Primero pensé que me estaba cargando. Pero después siguió con lo mismo. Nunca nos terminamos de entender. No aprobé un examen. Al final, me terminé yendo...
–¿Por qué cree que se dio esa situación?
–Porque no entendió la sátira, tuve la mala suerte de encontrarme con el único tipo que no podía entender que un personaje no es la realidad. Respecto de la última dictadura militar discutimos mucho.
–¿Qué piensa de la última dictadura militar?
–Que el gobierno democrático era débil, y se necesitaba un gobierno fuerte, pero en un marco legal. Era una época difícil, pero todo es discutible. Discutís, vas a la urna y opinás: votás. ¿No te gusta? Seguís discutiendo, pero debatiendo, hablando, no a los tiros, yo no creo en nada de eso.
–¿Hubo otras confusiones entre la ficción y la realidad, con el verdadero Tito Cossa, por ejemplo?
–Me confundieron con el verdadero Roberto Cossa, un dramaturgo y de los más importantes, pero lo que me pasó fue gracioso. En un programa fui a ver a Jorge Luz y él contaba de una charla con Tito Cossa. Terminó y los chicos se acercaban para preguntarme por las charlas. Yo no lo podía creer...
–Parece un sketch...
–Muchas veces la vida parece un sketch.