PLACER › LIBROS
Subidos de tono
Siguen abriéndose librerías eróticas, lugares especializados en
lectura e imágenes picantes, refugios donde además se planean charlas para que el auditorio debata, por ejemplo, la frontera entre el dolor y el placer.
Por María Moreno
Quién diría que un verso de la oprimente y escolar canción patria “Aurora”, recientemente incorporada a la banda de sonido de una película como Garage Olimpo, podía expropiarse para el principio de placer. Audaz se Eleva es el nombre de una librería erótica. Un lugar donde puede encontrarse –según reza un volante– libros cuyos temas van de la correspondencia de amor al amor correspondido, de las utopías sexuales al sexo como tópico, de las bellas artes a la belleza artera, del acto histórico a la historia del acto, del autoplacer al placer del auto... Esa vena poética muestra una vocación temprana de su dueño –Daniel Schiavi– así como el título del local parece la huella de un pasado nacionalista que a menudo es un presente con autocrítica picaresca y descargos de libertino amateur.
–No soy un erotómano. No tengo una biblioteca erótica en casa. Apenas una modesta práctica que no abandono.
–Además venís de una agrupación que dijo en algún momento “no somos putos, no somos faloperos”.
–Sí, la JP, y donde sufrí las consecuencias de la moralina monto. Por ejemplo, en una ocasión fui apercibido por mi “infidelidad”. Otra estuve en cana porque no me corté el bigote. Me acuerdo de que tenía que hacer una investigación en el Liceo Militar y entonces debía lograr una apariencia muy decente, muy limpia de montonerismo. A mí el bigote me integraba mucho a la tarea política, era el bigote de Sabino Navarro, una pequeña señal que me permitía vivir con más intensidad la militancia de lo que mi espíritu estaba dispuesto a hacer. No me lo corté, pasé de la investigación, me hice el boludo. Entonces estuve preso dos días en una casa operativa de Santos Lugares, escribiendo documentos. Y fue una suerte porque ahí advertí mi capacidad de producción porque escribir me encantó.
–¿Y cómo aparece la política del lado del erotismo?
–Yo no tuve una educación cristiana. Vengo de una familia liberal que me dejó librado a la educación cívica. Eso suele llevar, por pura fascinación, a confrontarse con una moral dura. Siempre tuve un costado de inmolación y de sacrificio, de entrega y pureza de corazón. Pero al mismo tiempo escribía poemas, leía a Rimbaud, a Verlaine, a los poetas románticos, a los beatniks. Y si bien estaba del lado del “no somos putos, no somos faloperos”, rescato la riqueza de la totalidad de los grupúsculos de los años setenta. Me acuerdo de que salía del Belgrano y me repartían volantes de política sexual, veía las pintadas que hacían los seguidores de Herman Hesse, las movidas de los hippies. Cuando, en el exilio, llego a Barcelona, me relaciono con todos los grupos nucleados en torno de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Y en mi paisaje aparecen los trabas, las locas, los panfletos contra la pareja, contra el amor. Todo un mundo anarco y diverso.
Schiavi detesta la separación escolástica entre pornografía y erotismo. En Audaz se Eleva, que queda en los altos del bar El Taller (Serrano 1595), junto a los clásicos como Jerarquía de cornudos de Charles Fourier, Los once mil falos de Guillaume Apolinaire y Cartas de un sátiro de Rémy de Gourmond, hay productos de juguetería porno a pila o a electricidad y dispuestos en un estante que simula ser un escenario teatral –cortinitas bermellón plegadas en los costados– donde descuellan vibradores realistas que las chicas suelen sopesar excusándose con un “lo necesito para un casting”, “soy de la productora tal” o “estoy haciendo un paper sobre pornografía urbana”. Un pene de jabón enorme y apoyado sobre una sopapa sugiere que su uso puede dejar de manifiesto que, entre lavarse las manos y masturbarse, hay una capciosa similitud de movimientos (una usuaria anónima dice que se va achicando con el uso hasta alcanzar un tamaño humano y funcional).
Barajas españolas con figuras semidesvestidas, velas con imágenes de Betty Page, llaveros con visores, jabonería menor con forma de labios y genitales, muñecas lámpara, fotocopias de dibujos originales firmadas por Enrique Villagrán, Danilo Ariel Guida y Juan Manuel Núñez Lencinas son artefactos ideales para el regalo equívoco a precios que oscilan entre los 5 y los 12 $. Los teóricos del erotismo pueden encontrar biblias profanas como La experiencia burguesa de Victoria, a Freud de Peter Gay o La maldición sobre el sexo de Colette Soler. Los sibaritas, ejemplares ilustrados de Affectionate men: A Photographic History of a Century of Male Couples de Russell Bush con audaces modelos de bigotes de manubrio y reloj cruzado y Gabinete de curiosidades médicas, de Jan Bondeson, donde despliegan su erotismo mujeres barbudas, niñas gárgolas, siameses inoperables y otras invenciones genéticas del siglo XIX.
Daniel Schiavi dice que sí, que la tecnología viene bien sobre todo cuando las pilas funcionan, pero se queda con los productos del canon literario:
–Es increíble la superioridad civilizatoria que puede tener el Kama Sutra, un libro canónico que enseña a hombres y mujeres las posibilidades infinitas de amar, en relación con toda la parafernalia de los pornoshops. Tiene instrucciones sobre el largo de las uñas conveniente para hacer caricias o señala la conveniencia de dejar marcas en el cuerpo como recuerdo de una noche de amor.
El piensa hacer de Audaz se Eleva un lugar para debatir sobre temas espinosos como placer y dolor, con más tono de pecado que de militancia, reponer Las viejas putas de Copi u organizar fiestas con tatuajes, perritos y lanzallamas como la que hizo cuando el local quedaba en la calle El Salvador y exhibía libros en una cama de quilombo.
–Claro que mi interés por lo erótico nunca fue muy sofisticado ni muy intelectual. Hablando en marxista siempre me interesó la infraestructura, la base material. Entonces para mí tener una librería erótica es como una carbonería. Tengo materia prima que después procesan otros. Ya sé que es una argentinada: sos dueño de una vaca y se la das a los ingleses para que hagan roast beef. Lo erótico es un tema base en la cultura y en la experiencia humana, es el suelo sobre el que construís. Pero como no tengo un prostíbulo ni me dedico a coger como actividad paga, tengo esta librería que es como tener un lugar donde se vende carbón para calentar la casa.