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Rigoletto es, sin duda, una de las obras esenciales del repertorio operístico. Tal vez porque la escena en la que el bufón descubre que el cuerpo que lleva en la bolsa no es de quien creía es de las más efectivas y potentes dramáticamente de toda la historia de la ópera. Quizá porque varias de las arias y escenas de conjunto podrían participar con facilidad de una antología del romanticismo, esta ópera de Verdi que hoy sube a escena nuevamente, en el Teatro Colón, es una de las preferidas del público.
La puesta con la que se cierra la temporada de este año del teatro –que tendrá otras cinco funciones además de la de hoy– tiene, además, una característica especial ya que se plantea como un homenaje a Saulo Benavente. La escenografía y vestuario con la que se presenta Rigoletto son los que el artista plástico realizó para la versión de 1967. La dirección musical está a cargo de Bruno D’Astoli, con régie de Matías Cambiasso y las reposiciones de escenografía y vestuario corresponden a Víctor De Pilla y Gerardo Pietrapertosa y a Ana María Amato y Rosa Tajes, respectivamente.
El diseño de iluminación es de Mauricio Rinaldi y participan la Orquesta y el Coro Estable del Teatro Colón, dirigido por Miguel Martínez. Los papeles principales estarán a cargo de un elenco de prestigiosos cantantes argentinos, encabezados por Gustavo López Manzitti como el Duque de Mantua; Luis Gaeta (29, 1 de diciembre, 3 y 5) y Enrique Gibert Mella (7 y 10) como Rigoletto. En el papel de Gilda estarán Laura Rizzo (29, 1 y 3) y Natasha Tupin (5, 7 y 10); Juan Barrile (29, 1 y 3) y Nino Meneghetti (5, 7 y 10) alternarán el papel de Sparafucile y Susanna Moncayo será Maddalena.