EL PAíS › OPINION

Diciembre caliente

 Por Luis Bruschtein

Diciembre del año pasado fue muy caliente y, además, inesperado. Lo suficiente como para alentar conspiraciones en este nuevo diciembre y para inquietar al Gobierno. Pero entre el Gobierno y la conspiración hay una intención legítima de manifestar el 19 y 20. El Gobierno y la conspiración, a la que todos definen como de origen menemista, están duramente enfrentados. Y las organizaciones populares que se manifestarán serán críticos de uno y otro. La llegada de las fiestas y una situación social explosiva completan el cuadro.
Desde hace varias semanas, en el Gobierno aseguran que el menemismo tomará revancha este diciembre de los desplantes del duhaldismo en la interna del PJ. Desde que regresó al ruedo político, Menem perdió su imagen del hombre preferido por Washington, perdió poder en el aparato justicialista y llegó a un techo de opinión pública favorable, porque la que no pudo ganar, la tiene claramente en contra.
Resulta evidente que el discurso menemista dio un giro. Al principio era el único candidato amigo de Washington que sería capaz de traer dólares para frenar la crisis. En las últimas semanas abandonó ese eje para ponerlo en el orden público, inclusive a costa de la intervención de las Fuerzas Armadas en la represión. En este contexto, ese discurso no puede ser inocente y da sustento a las suspicacias del Gobierno.
Por fuera de la puja en el PJ, cuatro agrupaciones piqueteras bonaerenses denunciaron que en sus barriadas hubo ofrecimientos concretos para participar en saqueos. Y ayer, en zona Norte, se produjeron dos intentos frustrados. No fueron pedidos organizados de alimentos, con carteles que los identificaran, como suelen hacer las organizaciones de desocupados.
La denuncia de las agrupaciones piqueteras tiene un motivo sencillo. Porque a pesar de las diferencias que mantengan entre ellas, saben que la intención política de los que inducen a los saqueos, aprovechándose de la pobreza de la gente, promueve los mismos intereses de quienes la han generado, a través de una intervención autoritaria y represiva.
Al mismo tiempo, numerosas organizaciones populares preparan distintas movilizaciones que confluirán en una concentración en la Plaza de Mayo el 20 de diciembre. Este clima enrarecido no favorece a la convocatoria, lo cual no pasa inadvertido para el Gobierno. Pero también es un arma de doble filo, porque cualquier incidente que desate una actitud represiva terminará revirtiéndose en su contra y a favor de su enemigo.

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