ESPECTáCULOS › “VENTURA PONS: UNA RETROSPECTIVA”, EN LA SALA LUGONES
Los peligros del amor en Cataluña
El cineasta catalán Ventura Pons no sólo es profeta en su tierra. Su cine recorre habitualmente el circuito de festivales internacionales y mereció numerosas retrospectivas, como las que le dedicaron el Institute of Contemporary Arts (ICA) de Londres y el Lincoln Center de Nueva York. Pero hasta ahora su obra era prácticamente desconocida en la Argentina. Para reparar esa omisión el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, con el auspicio y la colaboración de la Generalitat de Catalunya y del Casal de Cataluña en Buenos Aires, organizaron una muestra denominada Ventura Pons: una retrospectiva, que realizará a partir de hoy y hasta el jueves 5 de diciembre, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (avenida Corrientes 1530).
Nacido en Barcelona en 1945, Bonaventura Pons i Sala soñó desde su infancia con hacer cine, pero debió canalizar primero a través del teatro sus inquietudes creativas. Tuvo la oportunidad de saltar a la gran pantalla cuando en 1978 hizo el documental Ocaña, retrat intermitent, con el que obtuvo su primer triunfo. Se afirmó en los años siguientes con una abundante labor en cine y teatro, que hace de él uno de los creadores más personales y prolíficos de Cataluña. Con variantes de tema y tono, sus preocupaciones persistentes han sido, a menudo, las dolorosas y complejas relaciones de pareja, sobre todo las pasiones, muchas veces autodestructivas.
El ciclo arranca hoy con El porqué de las cosas (1994), un friso minimalista en quince episodios sobre el comportamiento humano (deseo, amor, celos, sumisión, sensatez, honestidad, sinceridad, pasión, fe), ubicado entre dos historias fantásticas sobre la voluntad y la duda. El sábado y el domingo le sigue Actrices (1996), que es el triple retrato de una diva internacional, una estrella de televisión y una directora de doblaje, entrevistadas por una joven estudiante de teatro. De sus recuerdos surge la grandeza y la miseria del arte de la interpretación, metáfora de la vida. El lunes se verá Caricias (1997), con Rosa María Sardá y Sergi López, un entramado de personajes, relaciones y afectos al filo del cambio de milenio.
El martes Amigo amado (1998), la historia de un profesor de literatura medieval, que hace un recuento de su vida y decide, entre dudas, qué es lo que dejará a los demás cuando haya desaparecido. El miércoles se proyectará Morir (o no) (1999), siete historias independientes que terminan en una muerte que fueron incluidas en la selección oficial del Festival de Berlín. El jueves 5 se cierra el ciclo con Anita no pierde el tren (2000), con Rosa María Sardá. El boom de los multiplex deja sin empleo a la boletera del viejo cine del barrio, pero la mujer vuelve todos los días al lugar, donde ahora se están construyendo las nuevas salas. Allí comienza un romance clandestino que constituye una forma de la esperanza.