ESPECTáCULOS

“Yo nunca me acostumbré a ser un músico de rock”

El sábado, Ricardo Soulé presentará en un teatro dos obras en que da rienda suelta a su discurso místico. “Poner a Vox Dei en el envase de música pesada es como meter caviar en una lata de sardinas”, dice.

 Por Cristian Vitale

“Mi música respira más un aire a Góngora que a Elvis Presley, está más relacionada con Bach que con Led Zeppelin. El rock está asociado a un ambiente de humo, drogas, alcohol y sexo, mientras yo hablo de desiertos, palacios, la vida o la muerte. Escapo a lo urbano y presente.” Ricardo Soulé está tratando de definir el sentido de su obra en una pizzería de Quilmes, pero parece catequizar desde algún lugar de Oriente Medio. Sus palabras suenan serenas; su tono es místico, casi profético. Y por momentos adquiere un vuelo medieval que contrasta con el contexto que lo rodea, como la canción de Catupecu Machu que sale de la disquería de enfrente. “Nunca me acostumbré a ser un músico de rock”, acepta. “Diría que me pusieron esa banda. Me gusta tocarlo, pero no me pongo la camiseta. Prefiero escapar del estereotipo del ‘Nena te quiero’ o de otros mensajes que me da vergüenza transmitir, inclusive en una mesa de hombres.”
En la mesa, en efecto, son todos hombres: el ex Vox Dei citó a parte de su banda –Ricardo Devitt y Antonio Morales, bajista y baterista– para limar pormenores del concierto de este sábado en el ND/Ateneo, donde mostrará las dos obras que explican su presente: Elías el Profeta y Colección Ibérica, además de interpretar parte de la música litúrgica que compuso en una iglesia de Quilmes. “Vamos a combinar una banda de rock con un cuarteto de cuerdas, al que se integrará un coro polifónico. Treinta personas en el escenario”, detalla. Colección Ibérica consta de canciones inéditas que Soulé diseñó durante su estadía en España, lugar que también inspiró a este músico que se autodefine “anacrónico” para componer pasajes de Romance de gesta (1982) o Ricardo Soulé, tres años posterior. “La Colección... nace de la relación que tuve con el bosque ibérico. Fueron experiencias muy fuertes, sobre todo por encontrarme en la cuna del barroco. Anduve por calles donde vivieron artistas de ese movimiento que admiro profundamente” explica. Elías el Profeta aparece como la reencarnación de la Biblia grabada por Vox Dei en los ‘70 y consta de siete movimientos, episodios de la vida del profeta muerto hace 2800 años.
–¿Por qué eligió la figura de Elías?
–Creo que fue a la inversa... Elías me eligió a mí.
–Una consideración mística, difícil de sostener en esta época...
–No tengo consideraciones que no sean místicas. Mi vida se basa en lo contemplativo y no en la tabla de posiciones del campeonato de fútbol.
–Pero la contracara no es el fútbol, más bien las corrientes materialistas o racionalistas...
–Sí, en otro ámbito sí. Y yo las comprendo, pero ocurre que ellos no tienen un concepto de eternidad. En cambio los místicos sí lo tenemos, y por eso pensamos que todo está vigente. La muerte no es un estado, es un pasaje. Lo que murió no está muerto, pasa a otra situación. Por eso la vida de Elías me pegó muy fuerte y desencadenó la obra.
–Es inevitable que aparezca asociado a Vox Dei. ¿Cree que los seguidores de la banda se animarán a un concierto sacro?
–Puede que vengan nostálgicos con la intención de encontrar a Vox Dei.
–¿Lo podrán encontrar?
–Claro. Vox Dei soy yo. Si lo negara, estaría engañando. Y tengo que decir la verdad, yo soy Vox Dei, el que cantó sus canciones, el que le dio un discurso. Entiendo que esta afirmación genera conmoción, pero finalmente es aceptada.
–Lo que acaba de decir puede ser tomado como un agravio por Rubén Basoalto y Willy Quiroga...
–Obvio. Pero ellos intentaron demostrar por mucho tiempo que eran Vox Dei y no pudieron. Lo lamento por ellos, sobre todo porque ya no pueden estar al lado mío, porque tomaron la determinación de no hacer caso a loque Vox Dei significa y tomaron la pluma... pero como no supieron escribir, pasó lo que pasó.
–Con lo que dice, una reunión parece inconcebible.
–Porque ellos no quieren reconocer la verdad. Creen que Vox Dei es un grupo heavy y están equivocados. Ni es un grupo de rock, es más que eso. Representa una parte histórica de Argentina y encierra una música que va de lo sinfónico hasta lo folklórico. Pretender enfrascar a Vox Dei en un envase de música pesada es como meter caviar en una lata de sardinas.
–¿Qué espacio va a tener el rock en el concierto?
–Nada. Estamos tratando de alejarnos lo máximo posible del rock. Es que vas al supermercado y comprás rock... y nosotros no queremos ser un McDonald’s musical ni tener que aceptar la última moda de la música. Toda la vida traté de reaccionar contra los estereotipos y el rock, hoy, es un estereotipo que no representa lo que era en un momento. Entonces, insistir sobre la fórmula del rock es traicionar a mi público. El rock fue devorado por el sistema... es parte de la globalización, como las compañías discográficas, el periodismo, la TV y el cine. Ya no se escribe lo que se siente sino lo que vende. Si yo hiciera caso a eso admitiría que Dios no es omnipotente. Dios no creó al hombre para producir dinero y bienes.
–En términos “terrenales” plantea una postura anticapitalista.
–No es anti, es proespiritual. La actitud anti es negativa. Tratamos de darle al hombre del capitalismo aire para que reaccione y se dé cuenta de que no tiene la obligación de ser un pollo que come 24 horas por día para engordar y que después lo faenen. Los artistas tenemos que tratar de mostrar dónde está la alternativa de la felicidad del hombre.
–¿Y usted sabe dónde está la felicidad del hombre?
–En su interior. En escuchar la voz de su corazón, del Dios que habla pero que muchos no escuchan por estar atosigados con un trascender inservible.
–¿Cuándo se produce su conversión al misticismo cristiano?
–Nunca. Ninguno es una criatura de esta tierra que un día es una cosa y otro día otra. Somos de índole angélica desde el vamos. Yo considero que hasta los más miserables son de índole angélica. Lo que pasa es que depende de cada uno creerlo.

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Soulé se reconoce como un místico que aborrece del rock, pero a la vez reivindica el nombre de Vox Dei.
 
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