ESPECTáCULOS › LOS PROGRAMAS DEL FIN DE SEMANA, EN LA CRISIS
El infierno del gran refrito
Películas, programas de cumbia o material de archivo ocupan las grillas de los canales, con el objetivo de gastar lo menos posible.
Por Julián Gorodischer
El fin de semana no auspicia algo bueno: en la tele, la crisis barrió con los programas e instaló extrañas secuencias de cine en continuado. Para titular esos ciclos, los programadores no idearon nada nuevo: “Cine Splash”, “Cine Plus”, “Cine Shampoo” se alternan para enunciar esa cualidad que toda película de la tele abierta debería poseer: ejercer un buen “lavado de cabeza”. El calor de sábado agobia, y la tele no ayuda: desde las 16 hasta la medianoche Canal 13 emitió, por ejemplo, las tres partes seguidas de Mi pobre Angelito, y Telefé eligió escenas de pelea clase B para nutrir el clásico “Cine de Superacción”. La crisis no da ni para un presentador, y el enlatado rueda solo, hasta la noche, cuando la voz en off anuncie que esto fue todo, hasta mañana, y se apague la programación más monótona y menos costosa que se recuerde.
El fin de semana, que se había acostumbrado al premium desde “Sábado Bus” y “Gran Hermano” en adelante, ahora conoce la aridez de las series repetidas, las películas gastadas y los ómnibus de entre seis y siete horas. Más aún en el verano cuando, se supone, nadie está mirando tele cuando el calor aprieta. América y Azul compiten con una fórmula probada para hacer frente a las películas: alargan hasta el tope sus programas bailanteros, los convierten en ómnibus de muchas horas que se desmoronarían si contaran con un minuto extra.
“Siempre sábado”, en América, es, como en el cine, un continuado de siete horas de melodías tropicales pegadizas y sucesión de cantantes, ya lejos de la primera selección de otros tiempos (el cachet es caro) y más cerca de la cumbia-balada (de letra fácil, de instrumentación sencilla) que ahora, por ejemplo, encarna en el grupo Las Palmeras con su hit: “Soy casado y tengo hijos pero igualmente te quiero”. Menos bailarinas, ningún fragmento en exteriores y menos gente en la tribuna (no hay ni para el viático) hablan de estos tiempos. En Azul, “Pasión tropical” apunta a otro target: no están las adulonas de Hernán Caire sino los simpatizantes de la Tota Santillán, esa mole que corea las estrofas de la cumbia villera como si fueran de su autoría, y se suma a la invocación-marca de pertenencia implícita en el “A ver esos negros, las palmas...” con fervor y tono de revancha (“¡Por fin en la tele!”, parece estar diciendo). Son frases que no abundan en el canal de la competencia, más proclive al tono manso, recatado y sin polémica de la cumbia-balada.
Canal 7 salda deudas, y concentra toda su oferta cultural en unas pocas horas de “temas serios tratados seriamente” más proclives a la zona de márgenes del fin de semana que a cualquier horario central. Entonces, “Pensándolo bien” (de ciencia), “El refugio” (de cultura), “Al filo de las ideas” (de discusión), “Historia confidencial” (de historia) y otras variantes “de mesa” se agrupan en seguidilla, respetando la lógica del continuado que rige en el fin de semana.
El domingo la cosa no mejora: sigue el enlatado desde el mediodía hasta la noche, sin que la novedad rija nunca las leyes de la selección de títulos. A las películas se agregan dos puntos fuertes que introducen el extraño espécimen del conductor en una programación que parecía haberlos olvidado. Pero eso sí, que no se piense nada excéntrico: ni shows musicales en vivo, como los de la Argentina Primer Mundo de los ‘90, ni producciones especiales con invitados, concursos o resúmenes históricos (del tipo “Siglo XX Cambalache”, o el más reciente “La centuria”). Esta vez, el hombre es apenas una excusa para poner en pantalla el refrito. David y el Mono, en “Vale la pena” (por Telefé), hilan con chistes verdes y miradas pícaras el continuado –otro más– de empolvados materiales de archivo del canal, desde una “perlita” de Francella hasta un blooper de Susana. Si hay chicas sin ropa, mucho mejor, y entonces los conductores se entusiasman cuando llegan los calendarios hot de “Sábado Bus” (en etapa Telefé) o los semidesnudos de Julieta Prandi. Para competir, Chiche Gelblung introduce su edición especial de “Memoria”, en Azul, pero que, en el fin de semana, no justifica invitados ni circos de manosantas o cirujeos. Una vez más, el archivo saca las papas a tiempo, y un compilado de frases polémicas (esta vez de Mariana Nannis) adhiere al tono común. Lo repetido vale doble: abarata el costo y convoca con eficacia. Se suma al discurso común de los programadores de fin de semana, guiado por una consigna rendidora. “Si total, no hay nada para ver en ningún lado...”