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Enrique Pinti tiene la extraña y meritoria destreza de recibir infinitos aplausos del público, aun cuando su enérgica verborragia acorrale contra las butacas a los mismos que lo aplauden. Esa platea que no deja de dar rienda suelta a las carcajadas al término de cada uno de los comentarios que el actor realiza sobre el escenario. Tal vez sea la grotesca forma en que expresa las peores desgracias de los argentinos, lo que mantiene intacta su vigencia como actor-cronista de una realidad que no da tregua, o el mismo gusto del público por escuchar de su boca esa crítica. En el marco del ciclo “El especial de la semana”, Canal (á) exhibirá esta noche a las 21 un programa especial que indaga sobre la vida artística de Pinti y, de manera detallada, de Candombe nacional, el espectáculo que el actor realiza en la devaluada temporada veraniega porteña.
El programa se presenta como una buena oportunidad para conocer los secretos que se esconden detrás del espectáculo más taquillero de la cartelera, así como también permite disfrutar fragmentos de los cuadros musicales que componen el show. La media hora que dura el especial se apoya fundamentalmente en los testimonios del mismo Pinti, y de varios integrantes del equipo encargado de la puesta a punto de este espectáculo que se presenta en el teatro Maipo.
Cargado de un humor corrosivo y ácido acerca de las penurias por las que atraviesa el país, la estructura de Candombe nacional no difiere demasiado de El infierno de Pinti, Pinti canta y Pericón.com.ar, los anteriores shows del capocómico que tomaban elementos del musical estadounidense de los años 30 y 40. Sin embargo, Pinti cuenta que se apodera de ese género para “decir exactamente lo contrario a lo que las comedias musicales norteamericanas pregonaban: que la vida es linda, el amor nos salvará, los ricos son buenos y los pobres honrados, y la chica termina siendo una princesa aunque haya sido una Cenicienta. Ese contenido naïf para mantener a la gente alejada de la crisis y de la guerra. Yo uso las mismas estructuras pero al revés: para decir las cosas terribles que nos pasan. No para suavizarlas, sino para remarcarlas”.
En la entrevista, Pinti también explica su particular forma de hacer teatro. “Utilizo el artificio del teatro por momentos. Al inicio y al final me abstraigo de lo teatral y dijo lo que pienso, ejerciendo con sinceridad mi derecho de ciudadanía. Preparo los shows contando la vida con el lenguaje que más fácil me resulta: el guarango y directo. Porque, en definitiva, es el que destraba la cabeza.” Y defiende el léxico que utiliza amparándose en la historia de este arte: “Ejerzo sin ningún pudor la bajada de línea, un recurso que hoy pareciera un pecado o mala palabra para algunos críticos. Yo bajo línea porque Shakespeare lo hizo mediante Catalina en La fierecilla domada. De la misma manera, Aristófanes, el cómico griego, también bajaba línea por medio del coro final. Lo mismo hizo Molière o Beckett, aunque de un modo más simbólico. Yo me siento más Aristófanes que Beckett”.
Durante toda su carrera, Pinti registró como sello propio la realización de una aguda crítica de la realidad desde el grotesco o el ridículo, ya que considera que “es la mejor forma de analizar la realidad, por más trágica que sea”. La gente se dio cuenta recién ahora de ciertas cosas que yo ya había dicho en otros espectáculos: que la convertibilidad era peligrosa, que nos estábamos endeudando, que se estaba vendiendo de manera arbitraria el país, que las privatizaciones eran desprolijas y estaban produciendo desocupación. Que todo este proceso iba a traer graves problemas. En aquel momento, a la salida del show la gente me preguntaba, y aún hoy lo hacen: `¿por qué está tan enojado?’. Entonces, ante un pueblo así, es difícil que no vengan a gobernar tipos como Menem o Mussolini”. Claro, frontal, sin pelos en lalengua. Así es Enrique Pinti y así se lo podrá ver en el cable, esta noche.