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Por Rocío García
Desde Madrid

Lo que hace cuatro meses era una aventura, un desafío, una locura, hoy ya es uno de los mayores éxitos de la temporada teatral en Madrid. Los tres actores argentinos –Oscar Martínez, Ricardo Darín y Germán Palacios– que protagonizan Art dicen adiós a Madrid con la promesa en firme de volver en noviembre a Barcelona. Esta noche será la gran despedida en el teatro Infanta Isabel, donde han acudido hasta el momento 62.000 espectadores en las más de 100 representaciones. Vuelven a Argentina con nostalgia ya de su regreso. “Ahora es fácil decir qué bien anduvo todo, pero cuando estábamos por venir no sabíamos qué suerte podía correr el espectáculo. Veníamos a una plaza que no conocíamos, a trabajar con un público distinto”, explica Martínez.
Sortearon obstáculos y dieron por tierra con algunos miedos de representar en España una obra estrenada aquí con éxito por el grupo Flotats y con la que ellos habían recorrido Argentina durante cinco años. Darín dice que escucharon su voz interior que les decía que ese paso era factible, que no resultaba tan loco. “Más allá de lo artístico, que fue infinitamente enriquecedor, nos vamos impresionados porque se develaron muchos misterios y muchas incógnitas. El hecho de que podamos estar trabajando aquí con nuestro propio acento sin obligación de modificarlo y, a pesar de esto, que el vínculo con el público sea tan directo, más allá de que alguna palabra u otra resulte un poco extraña. Pero lo que rescato fundamentalmente es el aspecto humano. La vinculación con la gente, la familiaridad que se produce a la salida del teatro. Nos encuentran de casa y eso tiene que ver con el trabajo sobre el escenario y la forma de realizarlo. Cómo nos invitan a sus casas, a tomar unas cañitas a la salida de la función, a charlar, a discutir”, asegura ya casi nostálgico.
Para Germán Palacios, el más joven de los tres, fue una sorpresa que la gente captara cosas mínimas, sutiles. “Creo que lo que nos ha pasado es una cosa extraña que debe suceder pocas veces”, reflexiona Palacios, “y es la sensación de que después de cinco años de funciones tengamos la posibilidad de sentir que empezás de nuevo. Es raro después de una experiencia tan larga sentir que el espectáculo nace, renace en este intercambio con otro público, que lo recibe con una alegría, una ingenuidad y una calidez tremenda”.
Martínez resalta el lenguaje no verbal, ese que conforma códigos de tiempos, de pensamientos, de intenciones, un entramado que va más allá de la palabra. “La manera que tenemos nosotros de reaccionar ante determinadas cosas, de reírnos, de enojarnos, de ser irónicos o mordaces. ¿En qué medida eso es universal? ¿En qué medida es comprensible tomada por un público que tiene otros códigos? Eso ha sido sorprendente, porque más allá del lenguaje, y hablo de ese otro lenguaje que para mí es el soporte real de la palabra, la gente capta miradas, sutilezas, gestos, lo que no se dice”, dice el actor.
El trío vivió aquí la guerra de Irak y las elecciones presidenciales en Argentina, cuyos resultados de la primera vuelta vivieron con desesperación. “Hubiésemos querido estar un poco más adheridos a nuestros colegas españoles en su lucha contra la guerra de Irak. Los actores españoles supieron estar a la altura de su pueblo”, explica Darín que, junto a sus compañeros, decidió poner el cartel de “No a la guerra” en el revés del cuadro blanco, sobre el que gira la obra Art. Sobre Argentina, ¿qué más decir? Los tres esperan que la nueva etapa, iniciada con la deserción de Menem, sea fructífera. “Argentina es, más allá de sus pésimas administraciones, un país fértil, no rico, muy fértil, que otorga siempre una renovada oportunidad de no tener cerrada la puerta de la esperanza”, coinciden. Ellos abrieron en Madrid un portón bien grande de esperanzas y estímulos para sus colegas argentinos. De momento lo cierran, pero se llevan la llave para abrirlo de nuevo en otoño en Barcelona.