ESPECTáCULOS

“Para mí, cada función es un placer increíble”

La joven bailarina argentina Paloma Herrera está deslumbrando a Nueva York con su papel de “Kitri” en la nueva puesta de “Don Quijote”.

Por Ana Gerez
Desde Nueva York

La bailarina argentina Paloma Herrera dice que “tocó el cielo con las manos” al llegar al American Ballet Theater (ABT) y que ninguna función es rutina. Su interpretación de “Kitri”, en el reestreno en Nueva York del famoso ballet Don Quijote dejó en claro que las dos cosas son ciertas, y, una tercera: que el exigente público neyorquino la adora. Herrera, quien llegó a la compañía neoyorquina cuando tenía 15 años, se mostró radiante y segura en su papel. Su intención era, según explicó luego, que cada movimiento pareciera natural y exento de esfuerzo, y debió lograrlo a juzgar por la ovación del público. Esa misma impresión dio su compañero masculino, el cubano Juan Manuel Carreño, quien, en el papel del barbero Basilio, cautivó a la platea tanto por la calidad de su trabajo como por el humor del que está impregnada su actuación, especialmente en una parodia de suicidio que provocó la risa de los espectadores.
Herrera, para quien entrar en esta compañía de danza fue “un sueño hecho realidad”, contó en una entrevista posterior a la función que conoce el ballet Don Quijote desde niña y que la obra la ha acompañado durante toda su carrera. Bailó Don Quijote desde sus comienzos con el ABT. El papel de Cupido fue uno de sus primeros roles como solista y con este ballet tuvo también uno de los primeros papeles como bailarina principal. Es un ballet que le ha dado “muchas alegrías” y al que le tiene “mucho cariño”, contó Herrera, quien ha interpretado el papel de Kitri desde que se estrenó en 1995 esta nueva versión, montada por Kevin McKenzie y Susan Jones, en base a la coreografía de Marius Petipa y Alexander Gorsky.
Según dice, el papel le exige “muchas facetas” y, si bien no llega a tener los contrastes de personajes como el de Giselle, tiene un gran atractivo. El rol de Kitri, la hija de un labriego cuyo amor por Basilio se ve obstaculizado por los deseos del padre, Lorenzo, de que se case con Gamache, un rico remilgado y ridículo, está “lleno de energía” y constituye un desafío, porque “tiene absolutamente de todo. Mucho salto, mucho giro, mucha actuación, variaciones lentas”. Además, es un ballet largo, que requiere su permanencia casi constante en el escenario. “Y cuando no estás en el escenario, estás cambiando de traje”, afirma Herrera, quien, pese a todo, se muestra satisfecha de haber logrado dominar los pasos hasta el punto de poder olvidar la técnica y la coreografía para disfrutar al máximo.
“Para mí cada función es un placer increíble. Sea estreno, matiné, noche. Cada función es especial, no importa dónde, ni en qué lugar. Una sale a bailar y da el ciento por ciento”, señala la bailarina, que con su permanente sonrisa en el escenario y muecas cómicas muestra una espontaneidad y gracia que el público claramente aprecia. La gracia y soltura de Herrera, con sus toques de abanicos y su agilidad, y la energía desbordante de Carreño, con sus giros interminables y potentes saltos, cautivaron desde el comienzo al público, que les recompensó con una ovación. También recibieron un merecido aplauso Sandra Brown, en el papel de Mercedes, y el brasileño Marcelo Gomes, en el de Espada, un famoso matador.
Si bien es verdad que los espectadores estaban ciertamente entregados desde antes de que el director de orquesta levantara la batuta, la actuación de los solistas entusiasmó aún más al público, pero menos impresionado quedaron con el cuerpo de baile, al que curiosamentre le faltó sincronización y perdió ritmo por una desafortunada caída.

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