ESPECTáCULOS
“El humorista es un individuo que se permite cuestionar lo que existe”
Cultores del género “stand up”, los actores de “Episodio uno” reflexionan sobre las variantes del humor en la Argentina actual.
Por Silvina Friera
Si el humor es un espíritu que se encarna en ciertos cuerpos, que se despliega a través de gestos sutiles y palabras o frases que siempre sorprenden y descolocan al espectador, Diego Wainstein, Hugo Fili, Natalia Carulias y Alejandro Angelini dan cuenta, cada uno con su estilo, hasta qué punto se puede personificar el arte de la risa. Cuando toman el micrófono y enfrentan al público, las carcajadas fluyen de las butacas hacia el escenario y ese sonido tan contagioso como la velocidad con la que se multiplica una epidemia es tal vez la comprobación más fidedigna de que lo que se dice y lo que se hace está funcionando. Se juntaron a principios del año pasado y montaron, con pocos recursos, pero con mucha imaginación, Stand up argentino, un puñado de monólogos efectivos, sustentados en observaciones sobre la vida cotidiana, la televisión, la familia, el matrimonio, las mujeres y sus enigmas (“la mujer es un laberinto: uno sabe cómo entra, pero no cómo sale”, repite, siempre que puede, Angelini), las relaciones de pareja y la vida de una adolescente en el complicado barrio de Piedrabuena, entre otras obsesiones. Así, jugando al juego que más disfrutan, el boca a boca fue arrimando a la orilla de estos artistas más público, un caluroso reconocimiento y, claro, más risas.
Aunque Micky McPhantom y sus rutinas onomatopéyicas no están esta vez en vivo y en directo, para deleitar a sus fans, Episodio uno, su nuevo espectáculo de monólogos de pie que va los sábados a las 23 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), cuenta con la presencia espiritual de este multifacético presentador. “Me encuentro en un momento en que hago humor con cuestiones muy personales, como el embarazo de mi mujer, que me sirve como excusa para iniciar mi monólogo”, comenta Wainstein en la entrevista con Página/12. Episodio uno es un guiño solapado a La guerra de las galaxias. Según recuerda Wainstein, después de filmar tres películas, los realizadores hicieron una más, que se conoció como Episodio uno. “Nosotros hicimos un espectáculo el año pasado y éste es el uno, el anterior no sé muy bien si era el número cero”, bromea el creador de Humor cerebral, actor y docente. “Después, el público va a tener que reordenar todo; hay una saga que contamos, pero que la gente va a comprender en el transcurso de los próximos cinco años”, agrega Angelini. Y, para redoblar el efecto humorístico, Fili –guionista de Tino y Gargamuza en “TVR”, agrega: “Hay chistes que sólo se entienden después de cinco años”.
Fili aclara que no tiene gracia anticipar los monólogos, porque es como contar el remate de un chiste, pero admite que le gusta tocar temas que provocan una inmediata identificación en el espectador. “Lo primero que hago es criticarme, para después joder con todo el mundo”, advierte. Sin embargo, Wainstein opina que ellos se ríen del poderoso, nunca del oprimido, del que sufre, es una víctima o un perdedor. Aunque los cuatro se mueven en un terreno humorístico de similar índole genética: absurda, surrealista y de aparente espontaneidad, los modos de encarar un monólogo o de enfrentar al público responden más a los estilos personales que a una pauta impuesta por el grupo.
“Hay que convertir los temas universales en personales para poder hacer reír a la gente –sugiere Angelini–. En ese sentido, la función del humorista se parece a la del guía que le propone a la gente ir por un determinado lugar.” Para Fili, el secreto del oficio reside en que el material del monólogo se va puliendo con los espectadores en vivo. “El tiempo te lo da el público, porque es el que te hace saber que tal chiste te está arruinando los dos que siguen.” También, reflexiona Angelini, “resulta curioso que el espectador crea que todo lo que decimos sea improvisado en el momento. El 98 por ciento de lo que decimos está ensayado y mil veces probado, sólo un 2 por ciento está abierto a las reacciones de la gente”.
–Cuando hay cierto optimismo en la gente y la política deja de ser una fuente inagotable para el humor, ¿es más difícil?
Diego Wainstein: –No en muchos países del mundo te cambian tres presidentes en un día y eso te da una gimnasia para el humor. Estrené Humor cerebral en enero del 2002 y la gente que venía se olvidaba un poco de la realidad y de los noticieros. Siento que este optimismo desmedido, este marketing político de “todos los días tomo una medida para salvar al país”, se va a agotar y es algo que dentro de poco tiempo nos va a dar material para reírnos.
Alejandro Angelini: –Las estructuras sociales y las costumbres son también políticas, y reírse de ellas implica hacer humor político. Es difícil hacer reír al argentino porque es un público más entrenado. La realidad parece un chiste: tuvimos cinco presidentes en un mes y aunque hubiera podido hacer un chiste con eso, no lo hice porque se transformó en una verdad tan obvia y evidente que no causaba gracia. Entonces esto te da un entrenamiento mayor que el que posee un humorista finlandés, noruego o norteamericano, que no compiten con la realidad.
Hugo Fili: –El humorista es un individuo que se permite cuestionar todo lo que existe, desde la ley de gravedad hasta la lógica del idioma.
–Si tuvieran que definir algunos aspectos del humor que tiene el argentino, ¿de qué creen que se ríen?
Natalia Carulias: –Cuando la gente se siente identificada y reflejada en tu monólogo, la risa surge con naturalidad. El mecanismo de la identificación nunca falla.
H.F.: –Todavía el argentino se sigue riendo del otro más que de sí mismo. Lo que le provoca carcajadas es sentirse superior y reírse del otro.
D.W.: –No creo que haya un humor argentino, me parece que los argentinos se ríen de distintas temáticas, todas válidas. Estamos en un momento en que no hay una ideología en torno del humor porque se está dando un gran recambio generacional, con una gran diversidad de estilos y temas.