ESPECTáCULOS › HECTOR ALVARELLOS HABLA DEL II ENCUENTRO DE TEATRO CALLEJERO

“Tenemos que contar lo nuestro”

Desde hoy y hasta el domingo, el Parque Avellaneda servirá de escenario a grupos procedentes de todo el país, junto a un ciclo de video que dará cuenta del género a nivel mundial y varios seminarios.

 Por Hilda Cabrera

¿Cómo ocupar la calle y no ser considerado por eso un “elemento peligroso” sino un “elemento creativo”? Desde 1982, cuando integró el Grupo de la Libertad, el actor y director Héctor Alvarellos viene dando respuestas a esa pregunta. En los últimos años lo hizo con el grupo La Runfla, un equipo de actores adiestrados en las más diversas disciplinas artísticas, que desde hoy y hasta el domingo 9 coordinará el II Encuentro Nacional de Teatro Callejero de Grupos, en el Parque Avellaneda y con auspicios oficiales y de entidades como la Asociación Argentina de Actores y el Centro Cultural de la Cooperación. Con anterioridad hubo otras muestras, más acotadas, y alguna coincidente con la muestra “Arte sin Techo”, otra iniciativa que pasó al video (que se proyectará nuevamente el viernes 7 a las 16), convirtiéndose en valioso documento de las expresiones artísticas del teatro de calle desde 1982 hasta 2001, año en que se hizo público en el Teatro Nacional Cervantes, y posteriormente en el marco de otro evento realizado en el Centro de la Cooperación.
Será este complejo (situado en Av. Corrientes 1554) el lugar al que van a desembocar esta vez los grupos participantes del II Encuentro que, reunidos en el Obelisco mañana a las 20.30, desfilarán hasta allí. Será además la excepción, puesto que la totalidad de los trabajos se centralizarán en las instalaciones del Parque Avellaneda (Av. Directorio y Lacarra), donde La Runfla viene ofreciendo El gran funeral (sábados a las 21) y De chacras, tambo y glorietas (a las 18). Para esta convocatoria se organizaron, además de espectáculos y ciclos de videos, varios seminarios, entre otros el que dictará la artista sueca Nina Noren, quien trabaja desde hace décadas en colaboración con uno de los más importantes grupos de teatro en espacios abiertos de Suecia, el Jordcirkus. “Noren participó de la caravana que organizamos en 1989. Utiliza técnicas occidentales y orientales, como el teatro Noh”, puntualiza Alvarellos a Página/12. Esa actriz, directora y docente realizará un taller intensivo durante cuatro días a partir de hoy (de 9 a 13, en el antiguo natatorio del Parque Avellaneda) y una conferencia con videos el sábado 8 a las 14, en la Sala de Proyecciones.
–¿Qué características tendrá este encuentro?
–En primer lugar, queremos que se tome conciencia de la importancia del teatro de calle, que en esta muestra se completa con videos de espectáculos de otros países latinoamericanos y de Europa. Se diferencia de los anteriores en la mayor cantidad de teatro comunitario. Este se multiplicó a partir de diciembre de 2001 con la formación de asambleas. Hubo grupos que empezaron a reunirse para hacer teatro. Por otro lado están los que, como nosotros, se dedican al teatro en espacios abiertos como elección artística y profesional. Estaremos todos, aunque el abordaje sea distinto.
–¿Considera a ésta una buena época para el teatro de calle?
–En la década del ‘80 se produjo una eclosión y, en los ‘90, una gran caída. Quedamos nosotros con La Runfla y algunos otros grupos y murgas. En 1991, por ejemplo, había sólo cinco murgas. Ahora son cientos. Después apareció el nuevo circo y se fue retomando la calle de a poco. Nuestro teatro no es circo, y eso a veces no se entiende bien. Nosotros contamos historias. En el circo, el lanzallamas es alguien que hace un número de destreza. En nuestros espectáculos las destrezas tienen contenido dramático. La aparición de unas brujas lanzando fuego por la boca es para nosotros el apoyo para un hecho dramático, como lo es encender un caldero para un conjuro.
–¿Cuáles son los requisitos básicos para trabajar en la calle?
–Es muy importante la forma en que utiliza la voz, la habilidad para manejar objetos y la comunicación con los actores que sirven de apoyo. Creo que ha habido un crecimiento importante en los grupos. Este año vuelve La Pericana, de Mendoza, con un trabajo muy interesante sobre los desaparecidos en esa provincia. (Este grupo surgió en 1987 a partir de los talleres del mendocino Ernesto Suárez, artista que debió exiliarse durante la última dictadura militar.)
–¿Cómo se combate la indiferencia?
–La indiferencia mayor está en los teatristas y no en la gente. La gente sabe que tiene toda la libertad del mundo para acercarse o irse cuando lo desee.
–¿Qué sucede con esto mismo en otros países?
–Mi último viaje fue a Italia, en febrero de este año. No presentamos nuestro espectáculo en la calle sino en una sala, porque el frío era intenso. Llevamos Estado de resistencia: fue en Ferrara, invitados por el Teatro Núcleo. Era un festival en apoyo de los derechos humanos. Estuvieron Estela de Carlotto y Eduardo Aliverti. Organizamos también una conferencia, “Del Nunca Más al Hasta Cuándo”. Fue un encuentro con público que sabía lo que iba a ver.
–¿Qué influencia tiene en los grupos nacionales el teatro de calle europeo?
–En general, los que estamos en esto desconocemos el término medio: o copiamos lo que se hace en Europa o nos ponemos en contra. Cuando Eugenio Barba vino, en 1988, a un Festival de Teatro Antropológico que se organizó en Bahía Blanca, se formaron dos bandos: uno era el de los incondicionales y otro, el de quienes lo combatían. Mi opinión es que debemos tomar lo que nos sirve, entrenarnos y contar lo nuestro. Para nosotros el teatro de calle es mágico. Con El gran funeral logramos tener un promedio de 200 espectadores por función, cantidad que es mucho mayor con De chacras..., que hacemos por la tarde y para toda edad. Haber recuperado un espacio degradado es muy importante. Ahora es un lugar ordenado, donde se ofrece teatro, se dispuso un espacio para jugar al fútbol y se puede ir simplemente para escuchar el canto de los pájaros, de los que hay 36 variedades. Coordino la parte artística del parque y puedo decir, humildemente, que La Runfla contribuyó con su trabajo. Empezamos en 1994, organizando un encuentro de artesanos. En las instalaciones guardamos la utilería y damos clases, y hasta se estudian danzas y se proyectan películas que programan los vecinos.

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“El gran funeral”, de La Runfla, se podrá ver este jueves.
 
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