ESPECTáCULOS › “OSCAR ALEMAN, VIDA CON SWING”

Retrato del showman

Por L. M.

Algunos lo definen como “el showman más extraordinario que haya tenido este país”. Otros dicen que era “un artista con todas las letras”. Todos admiten su vanidad, su carácter narcisista, su exhibicionismo incluso, pero ninguno deja de reconocer que Oscar Alemán fue el mayor guitarrista argentino y uno de los más importantes del mundo en el campo de la música popular, sólo comparable con el gitano Django Reinhardt. “Tenía un swing descomunal”, apunta el contrabajista Jorge “Negro” González, que alcanzó a compartir con él algún escenario. Que durante décadas este personaje esencial del jazz local e internacional, que supo codearse en París con Duke Ellington y Josephine Baker (y con ella no sólo codearse), haya caído en el más profundo olvido no habla sino de una costumbre muy argentina: la indiferencia. Contra esa insensibilidad y esa pereza del espíritu está realizado este video documental escrito y dirigido por Hernán Gaffet, que repasa meticulosa, apasionadamente la vida y obra de Oscar Alemán.
Con la colaboración y el testimonio de familiares, músicos y especialistas locales (entre ellos Nano Herrera, Carlos Inzillo y Sergio Pujol), el film de Gaffet rastrea en la intimidad de Alemán y descubre su origen sumamente humilde, sus primeros pasos como lustrabotas y canillita, su temprano exilio en Brasil (donde de pibe aprendió en las calles a tocar el cavaquinho) y su traumática tragedia familiar, un cuadro oscuro en el que el padre se suicida, la madre muere de inanición y sus hermanos se pierden durante años en un orfanato. De toda esa leyenda se hace cargo el film, que recrea ficcionalmente algunas de estas escenas y que se asume sin ambages como una hagiografía antes que como una biografía crítica. De allí que abunden los elogios y los superlativos, cuando quizás hubiera sido bienvenida una mirada más completa y abarcadora, que diera cuenta también de los períodos de sombra de un creador indudablemente proteico y talentoso pero irregular, como lo prueban sus discos (“Ninguna de sus grabaciones hace justicia a lo que tocaba en vivo”, se defiende a su vez el film).
Hay en Oscar Alemán muy valiosos materiales de archivo, como los fragmentos de Tres argentinos en Montmartre, El ídolo del tango e Historia de una carta, tres largometrajes donde el guitarrista se lució como actor, bailarín y showman, con una vitalidad y un carisma ausente en casi todos sus compañeros de elenco. Es una pena, sin embargo, que estas imágenes –tan difíciles de conseguir en un país que prácticamente carece de archivos oficiales– nunca logren dialogar demasiado entre sí o con los testimonios de los entrevistados. A la vieja usanza, Gaffet prefiere confiar –antes que en las posibilidades narrativas del montaje– en un “locutor y conductor” (como lo presentan los títulos), que es Quique Pessoa, quien va relatando con voz un tanto engolada los muchos vaivenes de la vida de Alemán. El tono se vuelve didáctico y el discurso particularmente arduo, como si el film hubiera sido concebido para ser leído o escuchado, antes que para ser visto.

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