ESPECTáCULOS › “DIAS DE SANTIAGO” Y “MISTER V”, EN COMPETENCIA
La vida, el taxi y el caballo
Por H. B.
En su segunda jornada, la competencia oficial presenta dos paráfrasis de la violencia: un film peruano sobre la mano de obra desocupada tras la represión antisenderista, y uno francés en el que un caballo desbocado funciona como espejo de las relaciones humanas. Opera prima del limeño Josué Méndez premiada en el último Encuentro de Cine Latinoamericano de Toulouse, el protagonista de Días de Santiago es un ex soldado del ejército peruano que, tras combatir en la sierra, no sólo no tiene idea de cómo encaminar su vida laboral, sino tampoco de cómo enderezar sus tortuosas relaciones familiares y amorosas. La explosiva carga de resentimiento personal y social del protagonista, el furioso flujo de su conciencia y, finalmente, el taxi que termina manejando señalan inconfundiblemente hacia dónde apunta la opera prima de Josué Méndez. Clon andino de Taxi Driver, la violación de cierto mandamiento cinematográfico (“Nunca calques una obra maestra”) le resta méritos a una película que no carece de ellos. En el haber de Días de Santiago deben anotarse tanto el actor protagónico como ciertos hallazgos expresivos (el momento en que irrumpe el primer soliloquio es de una admirable virulencia). Pero la continua y muy injustificada alternancia entre blanco y negro y color engruesa el debe.
Hija del filósofo y teórico cinematográfico Gilles Deleuze, de Emilie Deleuze se había visto, en una edición anterior del Bafici, su opera prima Peau neuve, en la que seguía los pasos de un chofer de aplanadoras. Si allí el instrumento de trabajo adquiría casi el carácter de un personaje más, esa característica se acentúa en Mister V, al convertir a un pura sangre en protagonista. Aunque no se trate de la primera vez que esto ocurre en cine, no por eso deja de ser una circunstancia poco común. Como sabiendo (¿olfateando?) que su dueño lo compró como parte de un manejo turbio, el impetuoso Mister V se toma cruel revancha, tras lo cual el hermano del antiguo propietario intentará educarlo. Lo cual no es fácil.
Alrededor de Mister V, las relaciones humanas no son menos turbulentas que las de éste con sus domesticadores. Deleuze sabe filmar la violencia de esos intercambios, así como los arrebatos del potrillo, con una cámara en mano que parece contagiada de esa furia. Si la película queda a medio camino es por culpa de su recaída en convenciones dramáticas, desde la superación personal que logra el cuidador desde que se hace cargo del caballo, hasta la love story que aquél (y no el caballo, lamentablemente) vivirá con su cuñada. Esas convenciones acercan peligrosamente al film a los que suelen verse en salas de estreno, y que uno supondría ajenos a un festival de esta naturaleza.
Días de Santiago se verá hoy a las 22.30 y mañana a las 15.15 en la sala 10 del Hoyts, y el domingo a las 16.30 en el cine América. Mister V se proyecta hoy a las 20 y mañana a las 17.30 en el Hoyts 10, y el domingo a las 18.45 en el América.