ESPECTáCULOS › LA COMPAÑIA DISNEY SE NIEGA A DISTRIBUIR “FAHRENHEIT 9/11”

Mickey no quiere a Michael Moore

Por Javier del Pino *
Desde Washington

Para un país que ama y odia a Michael Moore en cantidades proporcionales, la última polémica en torno de este director de cine aporta otro elemento a su larga lista de dificultades: la censura. La compañía Walt Disney, que por azares empresariales se había convertido en la distribuidora del nuevo film de Moore, marcadamente anti-Bush, se niega ahora a estrenarla por considerarla “demasiado polémica”. Moore tiene otra versión: Disney quiere proteger al gobierno de Bush para que gane las elecciones de noviembre y prosiga el festival de recortes fiscales a los grandes conglomerados empresariales.
En EE.UU., el director de cine y escritor forma parte de una minúscula elite de individuos cuyas reflexiones son tan marcadamente progresistas como para ser considerados peligrosos. Ese pequeño grupo, en el que está, por encima de todos, Noam Chomsky, comparte la paradoja de ser casi ignorado por los medios de su país y adorado en el resto del mundo. Moore es un excelente documentalista y un perfecto agitador; como contador de historias y descubridor de realidades es inmejorable, aunque en ocasiones su capacidad como cineasta se ve mermada por su tendencia a aleccionar al espectador y, hay que decirlo, su afán de protagonismo. Su película Bowling for Columbine fue una perfecta descripción, amargamente cómica, sobre la pasión por las armas en su país. Moore se atrevió a recibir su Oscar al mejor documental de 2002 con un discurso en contra de la “guerra ficticia” que Bush acababa de emprender en Irak. Los aplausos y silbidos que se oyeron en el Kodak Theatre de Los Angeles reflejaron los sentimientos extremos que desata su obra: desde esa noche, a cada estadounidense le gusta o le disgusta Michael Moore, sin término medio.
Poco antes del 11-S, Moore había empezado a trabajar en un documental sobre las mentiras del recuento electoral de Florida y las deliberaciones del Tribunal Supremo que dieron la presidencia a George W. Bush. Los atentados desviaron su foco de interés hacia las maniobras del gobierno para aprovechar políticamente el efecto sociológico y rentabilizar el miedo. La película, llamada Fahrenheit 9/11, describe las conexiones financieras entre los Bush con algunos de los clanes familiares más adinerados y poderosos de Arabia Saudí. El documental examina la precipitada evacuación de EE.UU. de varias decenas de ciudadanos saudíes el 11-S, en un vuelo montado y amparado por la Casa Blanca cuando el espacio aéreo ya se había cerrado. Entre los evacuados se encontraba un amigo de los Bush que pertenece a una familia de apellido sobradamente conocido: Bin Laden. La película también cuenta con testimonios de soldados estadounidenses en Irak que critican la guerra y develan prácticas poco honrosas. Tras el éxito de Bowling..., Moore había firmado un acuerdo con Miramax. Estaba claro que el productor anterior de Moore, Icon Productions, quería deshacerse de él: es la empresa que dirige el ultraconservador Mel Gibson. El problema para Moore es que Miramax tiene un acuerdo de distribución con Disney, que tampoco lo ve con buenos ojos. Según Moore, el presidente de Disney, Michael Eisner, le dijo a su agente que no quería su película porque pondría en peligro los recortes fiscales que la compañía del ratón recibe en Florida, estado gobernado por el hermano de Bush. Un portavoz de la empresa asegura que renuncian a la distribución porque el contenido “no se ajusta a los valores de la compañía”. Moore dijo el miércoles al New York Times que “alguien debería preguntarse cómo puede pasar esto en una sociedad abierta y libre, cómo los intereses políticos y empresariales pueden determinar lo que la gente puede o no puede ver”. El director presentará Fahrenheit 9/11 en el Festival de Cannes, y busca una distribuidora para estrenarla en su propio país.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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