ESPECTáCULOS › ENTREVISTA AL CINEASTA Y FOTOGRAFO IRANI ABBAS KIAROSTAMI
“Sí, mis películas parecen fotos”
El director, que presentó sus dos nuevos títulos en el festival, admite que sus obras exigen algo de paciencia. Pero no duda en revalorizarlas frente a los tanques imperiales de Hollywood.
Por Miguel Mora *
Desde Cannes
Cineasta, poeta y fotógrafo iraní, Abbas Kiarostami lleva unos 35 años y quince películas empeñado en demostrar que hay una forma diferente de hacer y ver cine. Eso lo llevó a ganar grandes premios en Venecia (1999, con El viento nos llevará) o en el mismo Cannes (1997, El sabor de la cereza), y de paso lo convirtió en un símbolo de la resistencia periférica contra la invasión del cine basura procedente de Hollywood. Elegante y lleno de amor propio, Kiarostami vive sin traumas la paradoja de hacer un cine existencialista y nada comercial y de acudir a este festival a promocionar dos películas, Five y 10 on Ten. La primera, que se proyectó el viernes fuera de concurso, son cinco ejercicios de fotografía en movimiento: cinco escenas rodadas con su cámara digital en paisajes de playa, campo y cielo. La segunda es una lección práctica de su sabiduría: Kiarostami explica su visión del cine y la cultura a cámara mientras conduce un camión por las carreteras iraníes. Dos monumentos a la monotonía, la artesanía, la belleza plástica y la valentía (no exentos de cierta intención soporífera) que, según su opinión, “deberían pasarse al final del festival para que los espectadores vuelvan a casa con los ojos limpios”.
–Después de lo que pasó en Irak en los últimos meses, ¿sigue pensando que es más peligroso el cine estadounidense que su poder militar?
–Pensé mucho sobre eso en las últimas semanas y también antes de lo de Irak y mi punto de vista no cambió, pero no quiero decir que el ejército de EE.UU. no sea peligroso, sino que la invasión cultural, el hecho de que haya tantas salas y tanta gente consumiendo cine americano, es todavía más peligroso. Pero la fuerza de ese cine procede de su poder económico y el poder económico se alimenta del poder militar.
–Sus lecciones de cine en 10 on Ten recuerdan un poco a los mandamientos del movimiento Dogma.
–No deseo tener una vinculación fuerte con ese movimiento, era demasiado vanguardista. Es verdad que el mundo necesitaba algo como eso, pero lo perdió su exceso de vanguardia, y quizá por eso no creció lo suficiente.
–¿Usted no se considera vanguardista?
–Bueno, probablemente el cine que hago es muy moderno en algunas cosas, y al mismo tiempo me gusta seguir algunas reglas clásicas. Pero prefiero no encasillarme en ningún sitio.
–Su cine parece cada vez más una fotografía... larga.
–Ultimamente cada vez hago más fotografías, así que no puedo decir que no hay influencia. Estoy haciendo una exposición en París y algunos me dicen que mis fotos cuentan historias y mis películas parecen fotos. Es una buena definición.
–Sí, parece que últimamente se olvida de escribir los diálogos.
–Eso depende del tema que quiera tocar, procuro no limitarme. A veces las palabras te tocan de una forma que la imagen no consigue. Una mujer que se está divorciando de su marido decía el otro día que él nunca le dice “te quiero”, y todos le decimos que no hace falta, que se ve que la quiere, pero ella no se consuela: necesita que se lo diga. No sé si el ejemplo es bueno, porque esas son las palabras mágicas que abren todas las puertas.
–Usted tiene más tendencia a la paradoja que a las certezas. ¿Cómo explica la ironía de ser un símbolo del cine anticomercial y venir a Cannes, la meca del mercado mundial, con dos películas?
–La paradoja es la belleza de la vida. Yo no soy el único que vive instalado en las paradojas. El mundo es así. A veces pienso que estas dos películas no tienen sitio aquí, pero a la vez creo que éste es el único sitio donde se pueden mostrar. Además, me parece que es bueno que Five se pase aquí, los espectadores pueden ir a verla y lavarse los ojos con ella como si fuera una gota. Quizá la deberían poner al final. Viéndola junto a algunas otras mejora, se nota más la diferencia, el contraste. La belleza y el significado adquieren más poder al lado de películas intrascendentes, así que espero que sigan haciéndolas.
–¿Pero usted odia todo el cine americano?
–No, no odio todo. Me molesta mucho la influencia artificial de Hollywood, esa invasión de películas que enseñan la violencia por la violencia y la acción por la acción, sin alma interior. Pero adoro El Padrino, la vi decenas de veces. Ahí la violencia y la acción sí tienen un significado, y muchas películas clásicas francesas y estadounidenses...
–¿Ve usted sus películas?
–No, no puedo verlas. La frescura es muy importante para el espectador de cine, y nuestros films no son frescos para los que los hacemos, uno tarda tanto tiempo en terminarlos... Los veo a través de otros ojos. Alguien me dijo el otro día que sólo sabía que su pareja, con la que llevaba 20 años, seguía siendo atractiva por la mirada de los demás.
–Las críticas de algunas revistas estadounidenses lo acusan de exceso de protagonismo en 10 on Ten. ¿Quiere responder algo?
–Sólo puedo decir que no tenía más remedio que salir en pantalla. La intención del film, que es acompañar al DVD de Ten, era explicar mi visión del cine, y me resultaba más fácil hacer una película que escribirlo.
–¿Cree que la cámara digital es el futuro del cine?
–Antes pensaba que sería una gran ayuda para los jóvenes que empiezan. Ahora vi películas tan malas en DV que me parece un peligro. Deberían dar permisos para usarlas, como con las armas. Un bisturí puede servir para matar a alguien o para salvar a alguien en una operación. Esto es parecido. Si se usa sin reflexión es muy peligroso.
–Por volver al principio, ¿cree que lo de Irak tiene solución?
–¡A mí que no me la pidan, por favor! Hay un dicho que sirve para el caso: si un loco tira una piedra a un pozo, hacen falta diez sabios para sacarla. La desgracia es que Estados Unidos invadió Irak sin planificar el futuro. Es como una película con un guionista malo, o mejor dicho, es una película sin guionista. Como si le hubieran dado el bisturí a un tarado.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.