ESPECTáCULOS

“Tratamos de entender cómo era un militante”

Los cineastas Virna Molina y Ernesto Ardito cuentan de qué modo abordaron la figura de Raymundo Gleyzer, plasmada en el documental Raymundo.

Por Ana Bianco

Los directores Virna Molina (29 años) y Ernesto Ardito (32 años) estudiaron cine juntos y formaron pareja. Tuvieron dos hijas y comparten la vida y la pasión cinéfila. Con su documental Raymundo ofrecen su visión del cineasta y militante político Raymundo Gleyzer, desaparecido el 27 de mayo de 1976. Ardito destaca, en la entrevista con Página/12, las motivaciones que los llevaron a filmar esta historia, cargada de simbología: “En los ’90, en la Escuela de Cine de Avellaneda no se veía cine político, sólo cine independiente y posmoderno. Nos interesaba el cine testimonial, y dimos con la filmografía de Gleyzer, pero sólo habíamos visto Los traidores (1973) y México, la revolución congelada (1971). En ese andar descubrimos el cine revolucionario de Quique Juárez, Nemesio Juárez, Santiago Alvarez y fuimos encontrándole el lenguaje a la película”.
Raymundo obtuvo 15 premios internacionales: primer premio Coral al Mejor Documental en el Festival Latinoamericano de La Habana, Olivo de Oro al Mejor Documental de Kalamata, Grecia, y Mejor Documental Argentino, entre otros. La película, que revaloriza el cine militante de Gleyzer y reivindica el Cine de la Base del que fue fundador, presenta inéditos backstages de sus films y rescata diversas facetas de su vida. Los directores Humberto Ríos y Dolly Pussi, Alvaro Melián, coguionista y productor de Los traidores, el productor estadounidense Bill Susman e integrantes de la familia de Gleyzer, entre otros, aportan sus testimonios para este potente film que cuenta con guión y producción de Molina, Ardito y Juana Sapire, la viuda de Gleyzer como productora asociada. Raymundo fue realizado con el apoyo de la Fundación Alter Cine y la Fundación Jan Vrjman, el Fondo Nacional de las Artes y el Incaa, y después de un recorrido por el mundo y por circuitos alternativos en el interior del país, se proyecta todos los jueves de junio en el Centro Cultural de la Cooperación.
–Por pertenecer a otra generación, ¿qué descubrieron de Gleyzer durante la filmación?
Virna Molina: –Al principio, uno de los armados era muy político y discursivo y nos resultaba difícil construir la faceta humana de Raymundo. Y con la aparición de las fotos con su hijo Diego, con Juana, con Greta, su hermana, y con las colas de cómo se habían filmado Los traidores o México... comenzamos a captar un poco más de la historia. Tratamos de entender cómo era un militante en los ’70 y de mostrar que, además de las cuestiones políticas, existían fuertes lazos humanos. Tuvimos que resolver con animación cómo reconstruir la creación del Cine de la Base 1 en una villa en Camino Negro, donde pasaban todo tipo de cine, sin contar con fotos ni registros.
–¿Cómo combinaba su trabajo profesional con los videos clandestinos que filmó para el PRT?
Ernesto Ardito: –Raymundo trabajó hasta el ’69 como free lance para Telenoche. Por eso, cuando tuvo que armar un informe sobre la Masacre de Trelew, la gente del 13 le prestó la entrevista a los militantes de Trelew. Gleyzer hizo copias y las repartió a todos los grupos de cine. Hacía videos institucionales, era camarógrafo en publicidad, participó en El búho, de Bebe Kamín, o en Adiós Sui Géneris. Era uno de los mejores camarógrafos, técnicamente hablando, y en ese momento no había tanta gente en la industria y por eso siempre tenía trabajo.
–El documental muestra algunas colaboraciones entre diferentes grupos políticos a la hora de filmar.
V.M.: –Raymundo hizo cámara en La hora de los hornos y consideraba al film un hito, pero tenía diferencias terribles con el peronismo, Perón, López Rega y la derecha del peronismo. Pero el cineasta Jorge Cedrón le dio un apoyo total para filmar Los traidores, acercó actores y le enseñó cómo ha- bían filmado Operación Masacre en la clandestinidad. Con la izquierda del peronismo había más contacto. Más allá de las diferencias políticas, Raymundo respetaba a Pino Solanas y el trabajo de Cine Liberación como precursores del cine clandestino.
–¿Qué les resultó novedoso del Cine de la Base?
V.M.: –Era el brazo cinematográfico del PRT, pero tenían diferencias. El partido no estaba de acuerdo con el final de Los traidores, donde Barrera, un sindicalista, es ajusticiado. Gleyzer y el actor Hugo Alvarez defendieron ese final. En Raymundo aparecen imágenes de los sindicalistas José Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel que Gleyzer filmó para Los traidores, pero que no fueron incluidas en el film. Raymundo conservó material de la llegada de Perón a la Argentina. Esas imágenes se vieron en documentales en blanco y negro, pero es raro ver Gaspar Campos en color, y además filmado por Raymundo, que tenía una gran sensibilidad para acercarse al ser humano y capturarlo.
–¿Por qué cerraron la película con las voces de Raymundo y de su hijo?
V.M.: –El esposo de la sobrina de Raymundo encontró la cinta en su estudio de sonido y se la dio a Juana. En esa época, Juana estaba separada de Raymundo y fue muy fuerte para ella escucharla, sintetizaba tantas cosas. Decidimos ponerla al final, antes habíamos nombrado a los culpables de la desaparición y mostramos imágenes con la gente luchando. Quisimos cerrar con Raymundo y su hijo, que en parte somos nosotros, la generación de los hijos de los desaparecidos.

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Gleyzer, fundador del emblemático Cine de la Base.
 
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