ESPECTáCULOS
Un solo estilo construido en el cruce entre dos tradiciones
Daniel Binelli en bandoneón y la pianista Polly Ferman recorren tangos y obras de Alberto Ginastera, con espíritu camarístico.
Por Diego Fischerman
Están las palabras. Y también están los hechos que, como se sabe, suelen ser más elocuentes. El bandoneonista Daniel Binelli podría decir mucho sobre sí mismo. Pero alcanza con recorrer su actividad en los últimos treinta años para comprobar hasta dónde la apertura estética, para él, es mucho más que una declaración. Integrante de las orquestas de Atilio Stampone y de Osvaldo Pugliese, del último sexteto de Astor Piazzolla, de Generación 0 –el grupo en el que, junto a Rodolfo Mederos, abrió la puerta del tango a una rítmica y una instrumentación más cercanas al rock– y de Alas (integrado por Gustavo Moretto, Alex Zucker y Carlos Riganti), hay, además, un dato fundamental: fue uno de los pocos músicos preocupados por la renovación del tango que se animó a componer cuando primero Piazzolla y luego su fantasma aún estaban demasiado presentes. Y como el signo estilístico de Binelli es el cambio, la forma actual que toma su música es, de nuevo, original: un dúo con la pianista clásica Polly Ferman.
“Pensar la música para que sea tocada con una pianista como ella es un privilegio. Ella es muy versátil. Tiene una gran disposición para la música popular, posee toda la comprensión del género, sus acentos, la manera de frasear, pero también tiene eso que sólo tienen los pianistas que vienen de la escuela clásica: el sonido, la sutileza, el detalle máximo en los matices”, cuenta el músico a Página/12. Ferman y él tocarán hoy y mañana, a las 20.30, en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín). El repertorio incluirá, entre otras cosas, obras del bandoneonista, algún tango clásico y música de Alberto Ginastera. Y también participará una pareja de baile. La pianista actuará, por otra parte, como integrante del quinteto de Binelli, en la próxima actuación del martes 22, en la Asociación Cristiana de Jóvenes. “Ese toque clásico –continúa Binelli– para mí es muy importante. Siempre he buscado trabajar con músicos que conozcan la tradición clásica. Un violinista como Juan Graña, que es otro de los integrantes del quinteto y que fue uno de los fundadores de la Camerata Bariloche, es una buena prueba de ello.”
Polly Ferman, por su parte, confiesa “jamás haber imaginado que este podría ser un rumbo musical para mí”. La intérprete uruguaya, con una importante carrera como concertista, empezó sorprendiendo al ambiente cuando decidió incorporar a su repertorio música de autores latinoamericanos como el brasileño Ernesto Nazareth. “Ya cuando pasé de la música clásica europea a la de Sudamérica me parecía que era una transgresora total. Es cierto que también me trataban como si lo fuera. Y el tango, no sé, me sonaba a música de otra época. Pero tanto eso, que es un repertorio que sigo haciendo, como el tocar junto a Binelli, tiene que ver con algo fundamental para mí: mostrar valores que no sean los más difundidos y que tengan que ver con las raíces de cada pueblo.” Esas obras, las de Nazareth o el cubano Ernesto Lecuona, fue descubriéndolas de a poco y, un poco, por necesidad. “En la época en que viví en Estados Unidos me preguntaban de dónde era y cuando contestaba ‘de Uruguay’, nadie sabía dónde quedaba. Entonces empecé a incluir en los conciertos música de autores de mi país, de argentinos, y, más adelante, de otros latinoamericanos. Y el público fue muy receptivo en todas partes, menos en América latina, donde no me dejaban tocarlo porque lo consideraban menor. En esa época fundé, en Nueva York, una fundación destinada a promover la música y la danza de las Américas y con la idea de estimular, también, que otros intérpretes investiguen y hagan este repertorio. Cuando nos conocimos con Daniel y empezamos a pensar en hacer música juntos, nuestras ideas ocultas eran llevar cada uno, al otro, a su propio repertorio. Las cosas resultaron, como siempre, de manera diferente.” Para Binelli, el dúo tuvo el efecto, también, de llevarlo a “un terreno más cercano al de la música clásica”, lo que estimuló la composición de dos conciertos, para piano y para bandoneón y orquesta, estrenados por Ferman y por él, respectivamente, junto a la Filarmónica de Montevideo, con la dirección de Carlos García Vigil. “Estoy mucho más comprometido que antes en la composición, en la música de cámara. Y este dúo es una de las formas posibles, tal vez la más exacta, para mostrarlo. Me siento cómodo con el dúo, justamente, por todos los contactos que tiene con lo que viene de otro lado.”