DEPORTES › SE CLASIFICO FINALISTA POR PENALES DE
LA COPA LIBERTADORES EN UNA DRAMATICA SEMIFINAL
Boca ganó la madre de todos los partidos
Lo tuvo todo: emoción, resultado cambiante, golpes de escena y una definición para el infarto. Lo tenía River, Boca lo empató faltando dos minutos, el local lo ganó en el descuento y el visitante se lo quedó en la definición. Terminó siendo uno de los mejores superclásicos de la historia reciente.
Por Adrián De Benedictis
La historia parece que vuelve a repetirse, y Boca va en busca de una nueva final de la Copa Libertadores. El defensor del título volvió a acertar en la vía de los penales, donde nunca fue eliminado, y esta vez fue frente a su máximo rival, River, después de perder 2-1 la revancha en un Monumental repleto de hinchas locales, en un partido que quedará en la historia por su dramatismo, su tensión y su indefinición hasta la última pelota, el penal que Roberto Abbondanzieri le atajó a Maxi López, provocándole una nueva frustración a River en torneos internacionales.
Para ganarlo de entrada, River salió a jugarlo con solo tres hombres en su última línea, con la intención de sumar más gente en ataque. De esa manera, se paró en el campo visitante para manejar más la pelota, mientras Boca elegía esperar en su terreno y ofrecer lucha en la mitad de la cancha. Pero si River disponía del uso pronunciado del balón, no conseguía en cambio lograr profundidad para llegar con peligro al área de Abbondanzieri.
Después de los 20’ el fútbol se apagó, y recién en el final del primer tiempo, con un remate cruzado de Montenegro de la derecha, y un cabezazo de González que Perea llegó a despejar, River consiguió inquietar; entre ambas, Boca pudo construir un contraataque pero Rodríguez terminó definiendo desviado.
El desarrollo del segundo tiempo no tuvo nada que ver con el primero, porque se modificó desde el inicio. Apenas habían pasado 25 segundos cuando el colombiano Vargas se fue expulsado, luego de recibir una segunda amonestación por una falta a González. River había decidido el ingreso de Sambueza para tratar de encontrar más movilidad y desbordar por los laterales. De esa manera, Lucho González comenzó a gravitar más y allí se fue convirtiendo en el verdadero conductor.
Precisamente González iba a ser el encargado de provocar el primer estallido del partido: el volante se desprendió en el círculo central, corrió casi 30 metros y sacó un derechazo que se metió junto al palo derecho de Abbondanzieri. Boca empezó a sentir el desgaste, por aquel hombre de menos, y perdió la firmeza del mediocampo. Como el agujero que había quedado en el sector izquierdo era grande, González se hacía imparable cada vez que encaraba con pelota dominada.
A esa altura, la única chance que tenía Boca era entregarle la pelota a Tevez para que provocara alguna acción de peligro. El delantero recibía los pelotazos de espaldas al arco y era difícil de marcar. Como el dominio seguía ejerciéndolo el equipo local, Abbondanzieri le tapó el grito a López, que pudo haber sido fatal.
Lentamente, Boca salió del fondo, utilizando la desesperación de algunos jugadores locales. La demora en cada acción detenida favorecía al equipo de Bianchi, que tenía la clara intención de aguantar los penales. Así fue que, rápidamente, a menos de 10 minutos del final, el partido volvió a cambiar de protagonista, porque Sambueza se fue expulsado por un exceso verbal, al mismo tiempo que Rojas dejaba la cancha lesionado (River se quedaba con 9 jugadores) y Tevez marcaba el empate con un tiro al primer palo luego de un desborde del ingresado Cangele.
El final se acercaba, River estaba fuera de la Copa, pero, en un inesperado giro del destino futbolero, en el cuarto minuto de descuento Nasuti encontró el gol de la victoria al conectar un tiro libre de Cavenaghi. Volvía a vivir, era tiempo de los penales. Y allí, el drama se prolongó hasta el último remate.