SOCIEDAD › INVESTIGAN EL ROL DEL UNICO DETENIDO EN EL CASO RAMARO
La hipótesis del Santo entregador
Aún no apareció el dinero ni el resto de la banda. Santos no tiene antecedentes. Es de Tigre. Y sospechan que entregó a Cristian.
Por Horacio Cecchi
Por el caso Ramaro continúan los allanamientos, continúa la búsqueda de prófugos y continúan los puntos oscuros. Todavía no fueron hallados los integrantes de la banda, los pesados de frondosos antecedentes, pese a que la banda estaba identificada desde el inicio. Tampoco apareció el dinero. El único detenido seguía siendo, hasta última hora de anoche, Leandro Darío Santos. Los investigadores intentan determinar el rol que cumplió en el caso. Algunos sostienen la hipótesis de que fue el entregador. Las características coinciden: no tiene antecedentes, es de clase media y vive en el Tigre.
Tanto Hígado Muñoz como Pachu Peñaflor siguen siendo intensamente buscados. Ambos, según insisten las fuentes policiales, participaron en el secuestro de Cristian Ramaro. El historial del dúo coincide con la descripción que hacen las autoridades de la banda: un grupo pesado, muy profesional. Muñoz tiene pedido de captura por el homicidio de un custodio, robo calificado y privación ilegítima de la libertad. Pachu, además, como anticipó ayer Página/12, fue reconocido como protagonista del secuestro del arquitecto Carlos San Martín, en Pilar, por un empleado del corralón, dos días antes del hecho sufrido por Ramaro. Algunas versiones también le agregan al dúo el secuestro en Bella Vista, en febrero pasado, del gerente de Telecom Augusto Peña Ribarosa. Pero prácticamente está descartado que Hígado y Pachu hayan sido alguno de los prófugos de la villa Cri Cri, en el momento en que intervinieron los hombres de la DDI de Zárate.
El caso de Santos es más extraño. Tras su detención circularon dos versiones opuestas y ambas de fuentes oficiales. Una, proporcionada por fuentes judiciales, sostenía que no se le habían comprobado antecedentes. La otra, presentada por el mismo comisario Osvaldo Seisdedos, jefe de la Dirección General de Investigaciones en Función Judicial, sostenía que Santos se trataba de un verdadero pesado con frondosos antecedentes y que era el cabecilla de la banda. Ayer, el fiscal de Zárate-Campana, Juan José Maraggi, confió a Página/12 que “en el Registro Nacional de Reincidencias, Santos sólo figura con una suspensión de juicio a prueba por tenencia de estupefacientes, en Córdoba. No aparece nada más”.
Según ese dato, Santos, con 29 años, no parece encajar en el perfil de un hampón profesional y contradice la versión policial. Pero hay más datos sobre el detenido que provocan interrogantes. “Santos es un hombre común, de clase media, un comerciante”, reveló una fuente judicial. Lo que parecería un dato excusatorio, se transforma en una de las incógnitas. “¿Qué hacía en la villa Cri Cri un comerciante, de clase media, sin contactos allí dentro?”, se preguntan los investigadores. Pero a esto se le suma otro dato: el detenido no sólo es un joven comerciante de clase media. Santos también vive en Tigre, en la misma localidad que la familia de Cristian Ramaro. “Estamos tratando de determinar si tiene puntos de contacto con la familia del chico secuestrado –confió un investigador–. Pensamos que puede haber jugado el papel de entregador.”
Por otro lado, sigue oscuro el operativo en la villa Cri Cri que terminó con la liberación de los comerciantes Edgardo Stambolian y Fernando Trotta. No está claro aún el vínculo entre la banda que los retenía en el baúl del Mercedes Benz y la que secuestró a Ramaro. Tampoco queda clara la fuga de los tres cómplices que supuestamente acompañaban al sospechado y detenido Leandro Santos. La plata del rescate no apareció. Según la policía, Santos no la llevaba porque conducía el Mercedes Benz, y el cobro se había realizado desde el Peugeot. El dato no cierra por una obviedad: para incendiar el 206 primero se supone que retiraron el dinero de él.