ESPECTáCULOS › FIN DE SEMANA ABIERTO AL PUBLICO EN CASA INFINITO

Ahora, espiritualidad “cool”

Angeles, tarotistas y vidas pasadas fueron temas excluyentes en el primer fin de semana en la Casa de la Nueva Era que el canal de cable propone como expendedora de experiencias esotéricas.

 Por Julián Gorodischer

Silencio absoluto. “Tu nombre es una marca”, dirán a un tal Gervasio, y a una Mirtha que está cansada de las comparaciones. En la Casa Infinito les ofrecen un camino de salida: “Iniciemos un proceso de aceptación de tu nombre”, enseñan en el Taller de Nombres Propios, uno de los hits de la oferta pedagógica. En la esquina de Olazábal y Washington se corporiza el hombre de la gran idea y revela la Génesis. “Un reikista de Villa Ballester anunciaba en Infinito y lo llamaban 20 tipos, ¿cómo no fundar nuestra propia casa?”, resume Guillermo Peralta, coordinador de actividades. La gente espera allá abajo, en el salón con esencia de rosas, organizado según las reglas del Feng Shui. Unos hacen cola para la tarotista, que es un encanto y hasta propone una sesión de prueba. “Cuidate”, dice en referencia al trabajo, el amor y la salud: no queda nada afuera. Pero, después, compensa con una predicción: “Serás un hombre de dinero...”, con esa tendencia a la buena noticia que es regla en la Casa, aquí donde Susana espera por una tirada para saber cómo enfrentar a su jefe. “Probé con psicoanálisis, pero tarda”, dice la maestra de escuela, convertida a la Nueva Era, más ahora que los famosos legitiman desde los posters gigantes. Carmen Barbieri y Laura Oliva (conductoras del programa homónimo Casa Infinito, de lunes a viernes a las 15) dan la cara por las mancias y despliegan dos pasiones que, juntas, son dinamita: cholulismo y cura.
En el primer fin de semana abierto al público, llegan los contracturados y los curiosos en un peregrinaje que exige pocos requisitos: treinta pesos por consulta de tarot o masajes, o cien para la cuota de los cursos. El coordinador define el nacimiento de una era: “Espiritualidad cool”. Llegan los televidentes atraídos por las caras de famosos, más proclives a una fidelidad con dudas que a una militancia ferviente. Se escucha mucho: “Vengo a probar”, de la señora de a la vuelta que se saca dos ganas de un saque: ver a su ángel y darle un beso a Fabio Zerpa, que “cuando era joven era muy buen mozo”. Ahora, Fabio está algo venido a menos, con ese tufillo a derrota que trae el cambio de rubro: dejó el avistamiento de ovnis por la regresión a vidas pasadas, pero con la misma insistencia en ver lo que no hay. “Hay, hay...”, corrige Laura, una periodista que hizo el curso en forma particular. Ella fue princesa del Medioevo y después bruja.
Las geishas Vero y Lidia ofrecen un masaje combinado para relajar, otro con piedras volcánicas, uno más con esferas, y al del rincón le dicen que le están “equilibrando la energía sin que se dé cuenta”. El bienestar, después, es inmediato. Para poder existir, la Casa Infinito deberá siempre anunciar un declive (“Estás estresado”) y decretar el nacimiento de un tiempo mejor. Luego diagnostica el mal (“Cuidá la dieta”) y el resto se consigue en el store: libro de Feng Shui, flores de Bach, línea de tés para armonizar (con jengibre, canela y pétalos de rosas) y hasta un delivery de carta natal. Entre la oferta de cursitos, a cien pesos por mes, el Tantra Club convoca a solos y solas o a parejas a “aumentar el placer”. “Llaman babosos –confiesa Sandra Stuberj, psicóloga y dueña de casa–, pero esto nada que ver; a esto lo dictan psicólogos.” Una relajación dará paso al momento caliente de “técnicas y posturas”, pero no lo dejan ver. En otra aula, el contacto angélico conduce a otras zonas: experiencia con sonaja para localizar el ángel propio y el alma gemela, en vivo, junto a las estrellas del canal. Fabio Zerpa propone una regresión “a dos vidas pasadas”, con análisis grupal de los hechos vividos y hasta un plus por el mismo precio: experiencia con Icaro (un angelito muy especial).
“No vengas directamente a encontrar una pareja, pero quién te dice -tienta Sandra–. Acá hay gente a la que le gusta lo mismo que a una, y por ahí, en un curso de Tantra...”, conocedora de eso que salvaría a una habitué promedio, esa chica de treinta que llega –dice la tarotista– con una preocupación frecuente: “Está enamorada de su amante casado, que no se quiere separar”, dice Analía. ¿Las cartas lo embrujarían? “Nada que ver: sólo dan pistas. Pero aparte es un clásico: mañana el tipo se separa y a ella ya no le interesa. La adrenalina está en sacarlo de la casa.” A las quebradizas de ojos llorosos, la tarotista las abraza y les hace mimos porque, en el fondo, todas quieren algo de contacto corporal, y después les dosifica la mala noticia. “Si veo que el tipo va a seguir con la esposa, les digo algo, no todo. En los próximos seis años, por ejemplo, no va a pasar nada...” Abajo, Susana sigue esperando para atenderse, levemente temblorosa, atraída por el programa Casa Infinito y sus variantes para una vida nada terrenal. Probó con meditación y empezará con yoga. Pero hoy es su debut en el tarot, para confirmar lo que intuía: un enemigo en el trabajo. ¿Y si así fuera? “Yo sé que mi jefe me hace la vida imposible. ¿Y quién me dijo que no puedo hacer nada? No hablaría con él porque no tiene sentido, pero...”, pensando en tirarle alguna energía medio extraña. Pero ese servicio no se brinda. Nada de magia negra ni de brujería, aquí donde la tele integra, legitima y convierte en “academia” lo paranormal, en una extensión oportuna del modelo Harry Potter. Aquí se viene a cursar con carpetita y sin pudor. “Mujeres de más de 35, amas de casa o profesionales metidas en el tema –describe la psicóloga–, con la tranquilidad de estar con la gente que sale por la tele.”
Entre las perlas de la Casa, el Curso de Prosperidad “está diseñado para aprender a vivir en la abundancia ¡ahora mismo!”, e incluye claves básicas para evitar las deudas. A la preocupación económica que sobrevuela (aranceles, sueldos, cuotas, pagos adelantados), las masajistas contraponen un tonito suave. Lo hacen todo de a dos, en un “combinado” a cuatro manos para poner en orden la energía. A sus consultas, acuden dos modelos posibles acordes al perfil del canal: la regordeta enjoyada, como Carmen Barbieri, o la flaca escopeta tipo Laura Oliva. Las separa una contextura, pero también una actitud de distintos estados alterados: voladas (de Aire) que necesitan mancias, o estresadas (de Tierra) que quieren terapias alternativas. A las dos chicas Infinito las une lo que la Casa quita y compensa: ese frenesí medio apurado de “la loca” acostumbrada a hacer rendir el tiempo de la tele. Sólo descalzas y con buena onda, podrán ver a su propio ángel de la guarda Modelo Zerpa (sin los ribetes religiosos del Modelo Sueiro). Tienen que bajar el pulso, mirar a los ojos y no decir nada ante el espejo porque esa técnica está un poco demodée. Ni autoproclamarse poderosas sino apenas tener un alarde de memoria para recordar el slogan de la tele y reconocerse como fan del versito que siempre manda al corte comercial. Repitan: “¡Abre tu mente!”.

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El público que se acercó estuvo compuesto por vecinos y televidentes.
“Iniciemos el proceso de aceptación de tu nombre”, fue una de las consignas.
 
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