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El músico que se había opuesto, como un credo personal, a cualquier clase de sentimentalismo; el que había hecho el culto más radical del antirromanticismo de Erik Satie, completó en 1956, a los 57 años y cuando en el siglo XX ya habían terminado dos guerras militares y varias estéticas, una ópera en la que decidió hablar, sobre todo, del miedo a la muerte. No era, desde ya, el único tema de Francis Poulenc, atormentado por igual, en este entonces, por una conflictiva relación sentimental con el joven Lucien Roubert y por la culpa. Pero la obra Diálogo de carmelitas, de Georges Bernaros, basada en la novela La última hacia el cadalso, de Gertrud von Le Fort, le sirvió para elaborar una obra mística y austera en que la palabra –y su relación con el sonido– es protagonista.
Al igual que en muchas de sus notables canciones escritas sobre textos de sus amigos Guillaume Apollinaire, Paul Eluard o Jean Cocteau, con las que había diseñado la mejor banda de sonido posible para la París iconoclasta, vanguardista y algo snob de los años veinte, en esta ópera el canto tiene una línea absolutamente clara y las melodías son ostensiblemente silábicas, de manera que la comprensión del relato no acarree dificultades. De la misma manera, la orquestación está siempre al servicio de la significación de la palabra y de las convenciones del teatro musical. Diálogo de carmelitas se estrenó en La Scala de Milán en enero de 1957, en italiano, y cinco meses después en París, cantada en francés. La sugerencia inicial del director de la casa editora Ricordi había sido que compusiera un ballet para La Scala. “No me interesa, pero si me mandaran un buen libreto de ópera...”, había contestado Poulenc. La nueva iniciativa del editor fue la obra de Bernaros. El compositor ya había visto la obra y, según se cuenta, devoró el libreto sentado en un café, en Roma. La decisión de aceptar tuvo que ver, como muchas otras elecciones de Poulenc, con la voz humana. “Supe que haría esa ópera cuando encontré, de inmediato, la línea vocal característica para el monólogo de Mme. de Croissy, en la segunda escena del primer acto, y cuando me di cuenta de que sabía quién cantaría el papel de Blanche”, escribió en una carta a un amigo. Denise Duval, la elegida (que ya había cantado en Los pechos de Tirésias, la ópera anterior de Poulenc, y que en 1965 fue quien interpretó el papel en el Colón), escribió, por su parte: “El conocía mi verdadero carácter, la angustia que escondo pero me asalta y me lleva a la melancolía, detrás de una máscara de exuberancia. No sólo eso sino que Poulenc vio a Blanche como un alter ego. Blanche era yo y todavía lo es”.
La historia, referida al guillotinamiento de unas monjas de clausura, en 1791, toca lateralmente otra cuestión: la comunión en la gracia y cómo una de las monjas elige morir, llena de pavor, la muerte que le estaba reservada a otra. Hoy, en el Teatro Colón, se estrena una nueva puesta, 39 años después de su única representación anterior en esa sala. Habrá funciones, además, el viernes 10, el sábado 11, el domingo 12 y el miércoles 15 (todas a las 20.30, salvo la del domingo, a las 17). La dirección musical estará a cargo de Jan Latham-Koenig –director musical de la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo y de la Opéra du Rhin– y la régie es de Marcelo Lombardero. La escenografía fue diseñada por Diego Siliano, el vestuario por Luciana Gutman y la iluminación por Jorge Traferri. Participarán el Coro Estable, preparado y dirigido por Miguel Martínez, y la Orquesta Estable del Teatro. Encabezará el reparto la notable soprano Graciela Oddone, que alternará el complejo y bellísimo papel de Blanche con Patricia González –que intervendrá en la función del sábado 11–. Las mezzosopranos Vera Cirkovic (8, 10, 12, 15) y Elizabeth Canis (11) encarnarán a la Priora Mme. De Croissy y el excelente barítono Víctor Torres al Marqués de la Force. Completarán el elenco el tenor Enrique Folger y, alternándose en sus papeles, Virginia Correa Dupuy e Irene Burt, Adriana Mastrángelo y Alejandra Malvino, Eliana Bayón y CarinaHöxter, Alicia Cecotti y Lucila Ramos Mañé y Ceclila Jakubowicz y Celina Torres.