ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON EL CINEASTA SöNKE WORTMANN
Los otros milagros alemanes
Es el director de El milagro de Berna, uno de los films más interesantes del Festival de Cine Alemán que programa el Village Recoleta.
Por Mariano Blejman
En el verano de 1954, la Unión Soviética estaba enviando a casa a los prisioneros alemanes que había capturado durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de esos prisioneros es el padre de Matthias, un muchacho de 11 años, que vive con su familia en una ciudad minera. Mat-thias es amigo de Helmut Rahn, que acaba de ser elegido para jugar en la selección en el Mundial de Suiza ’54. Esa es la historia que recoge el director Sönke Wortmann en El milagro de Berna. Un milagro, ya que Alemania perdería 8 a 2 con Hungría en la primera vuelta del Mundial, pero ganaría la final, nuevamente con Hungría (el equipo estrella, que hacía dos años que no perdía). “Ese partido cambió la historia de la Alemania de posguerra”, asegura Sönke Wortmann, que llegó aquí para el IV Festival de Cine Alemán, que se realiza hasta el miércoles próximo en el Village Recoleta.
–¿Por qué decidió poner el fútbol como centro de su película?
–No es una película sobre fútbol. Lo que pasó en ese momento fue que la gente pensó que se trataba de un milagro. Ganar esa copa fue muy importante para Alemania, hasta económicamente hablando. Veníamos de perder la guerra, un 80 por ciento del país estaba destruido. Y en el Mundial ya habíamos perdido con Hungría en la primera vuelta, y de pronto, ganamos una final imposible.
–¿El fútbol es una forma de guerra?
–Los campos de concentración, tanto los nazis como las cárceles soviéticas, han sido lugares durísimos. Ningún campo de concentración es peor que otro. No podría decirse que el fútbol es una guerra, pero es una clase de sustitución de la guerra. Y es mejor que se juegue en las canchas que en los campos de batalla.
–En los últimos años salieron varias películas de época, ¿es una casualidad o un fenómeno?
–Es una casualidad. Es mi primera película de “época” y probablemente sea la última. Era un cambio muy fuerte, para la mentalidad alemana de disciplina y rigidez. En los ’50 comenzó a cambiar la idiosincrasia de nuestro país. Llegó el rock and roll, y todavía estamos cambiando. Good bye Lenin! fue un buen film, había curiosidad de la gente por ver cómo era la Alemania oriental. Con mi película puede pasar algo parecido: sirve para ver cómo fue la Alemania de posguerra.
–Demasiados han sido los cambios en medio siglo...
–Después de la guerra, los más jóvenes comenzaron a culpar a los grandes del nazismo. Resultó que nadie había sido nazi: todos decían que era otro el que había sido nazi. Hubo un enfrentamiento muy fuerte entre las generaciones de esa época. Esa pelea todavía sigue.
–¿Cómo puede leer esta película el público argentino?
–Viajé mucho con el film, siempre es buena la repercusión en los países más futbolísticos. Les gusta mucho la parte final del partido.
–Podría encontrarse una similitud con el partido que la Argentina le ganó a Inglaterra en 1986.
–Sí, pero no era en ese caso una cuestión de venganza. Sé cómo se siente la Argentina respecto de Inglaterra. Pero no fue exactamente lo mismo. El partido Alemania-Hungría cambió el futuro del país.
–¿Es posible eso?
–Alemania era pobre, este juego devolvió la esperanza de Nación. Es más, algunos piensan que el hecho de que Hungría perdiese esa final con Alemania, esa desilusión sería la semilla de la furia que terminaría con la rebelión ocurrida en 1956.