EL PAíS
Trece escalones en el ascenso del Golden Boy
Se incorporó a la función pública como titular de la Comisión Nacional de Valores en tiempos del menemismo. Desde entonces, todos los gobiernos justicialistas lo contaron en sus filas más allá de los choques sostenidos con varios ministros.
Por Cledis Candelaresi
El derrotero de Martín Redrado en la función pública comenzó en los albores del gobierno de Carlos Menem, cuando éste lo designó al frente de la Comisión Nacional de Valores. Desde aquel lugar, al que arribó con la insistente promoción del periodista Bernardo Neustadt, el flamante titular del Banco Central ganó el mote de Golden Boy, por su presunta eficiencia técnica, respaldada en un master obtenido en Harvard.
Tanto fue el respaldo, que el menemismo lo trajo de los Estados Unidos, donde después de obtener su posgrado había comenzado a trabajar para el sector bancario privado. Pero su desempeño al frente de la CNV terminó intempestivamente por las profundas diferencias de criterio que mantuvo con el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien, entre otras cuestiones, le imputaba un inconveniente manejo de la oferta pública de acciones telefónicas que habían quedado en poder del Estado tras su privatización.
Pero el joven destacado ya había conquistado la incondicional simpatía del Presidente, que hasta se ocupaba de exhibirlo como eventual sustituto de Cavallo, devenido en enemigo de ambos. Con el amparo presidencial, fue reacomodado en el Palacio Pizzurno bajo el comando del pampeano Jorge Rodríguez para dirigir el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), novedoso cargo que asumió con rango de secretario de Estado. Esta entidad manejaba un sistema de desgravación impositiva para aquellas empresas que invirtieran en Educación. Finalmente, la administración de este mecanismo poco sedujo a Susana Decibe, la siguiente ministra del área, quien terminó pidiéndole la renuncia.
Redrado no puede ser definido propiamente como un técnico del Partido Justicialista, aunque en 1997 llegó a encabezar la lista de candidatos a diputados por la Capital Federal en reemplazo del prófugo José Manuel Pico. Pero las disidencias con la conducción partidaria de entonces hizo que declinara finalmente esa postulación. Ya durante la administración de la Alianza, el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf le ofreció la chance de permanecer ligado a la actividad política como su asesor en temas económicos.
Ese fue su puente para recalar en el Palacio San Martín bajo el gobierno de Eduardo Duhalde en calidad de vicecanciller. Su destreza para construir una imagen de técnico solvente con limitado compromiso político le permitió continuar en el ministerio de Relaciones Exteriores con el advenimiento de la gestión kirchnerista, ocupándose de las Relaciones Económicas Internacionales.
En este cargo completó trece años de vida pública intermitente y variada, en la que cosechó algunas sospechas de manejos objetables pero ninguna imputación firme ni causa que pudiera bloquear su acceso al Banco Central, otro escalón arriba para un economista de 43 años que ambiciona seguir ascendiendo en la carrera pública.