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La cuenta regresiva llega al final. Después de poco más del maratón organizado por Locomotion que emitió diariamente los cien episodios estrenados hasta el momento en Argentina de South Park, esta noche comienza la séptima temporada de uno de los dibujos animados más corrosivos de la historia de la televisión. Como cada año, la serie animada creada por Trey Parker y Matt Stone buscará ratificar que es el programa televisivo más incorrecto políticamente a la hora de satirizar el american way of life, superando ampliamente la vehemencia verbal y paródica que acompaña los episodios de Homero, Bart y compañía en Los Simpsons. Aunque la serie se estrena hoy a las 21 por Locomotion, los 15 capítulos de estreno de la nueva temporada de South Park se podrán ver todos los miércoles a las 23, por Locomotion.
La tribu de fans que la serie cosecha de este lado del mundo desde hace algunos años se reencontrará con un entrañable amigo: Kenny, el pibe del anorak que sufría una nueva y disparatada muerte en cada episodio. Pese a que los creadores de la serie habían declarado que Kenny había muerto definitivamente en el episodio 78 de la serie –el último de la quinta temporada–, porque les era cada vez más complicado encontrarle otra nueva y original en cada capítulo, la gran noticia de la séptima temporada es que Kenny volverá a las andanzas junto a Cartman, Stan y Kyle, luego de una temporada –la sexta– en la que brilló por su ausencia. Sin embargo, a diferencia de su etapa anterior, Kyle no volverá a gritar el clásico “Dios mío! ¡Mataron a Kenny!”, con el que recibía cada una de las diversas muertes del amiguito. La novedad es que Kenny ya no morirá en cada episodio. Al menos, por ahora, su suerte cambiará de rumbo...
Las aventuras de estos cuatro amiguitos –y el resto de los freaks residentes de la ciudad de South Park– seguirán contando con altas dosis de audacia, criticando el funcionamiento de la religión, la educación, el patriotismo, la política y todas aquellas convenciones que la mayor parte de la sociedad estadounidense eleva como banderas de su “pulcritud ciudadana”. Una crítica que, lejos de encarnarse en sutilezas varias, se presenta cargada de una ferocidad y una crueldad pocas veces vista en un producto audiovisual estadounidense. La banalidad por la que se mueve y conmueve el iletrado pueblo de la ciudad localizada en las Montañas Rocosas del Colorado, que hace de marco en el que transcurren las aventuras de South Park, no es más que una muestra despiadada del funcionamiento de una sociedad que –según las últimas encuestas– está a punto de revalidar el mandato como presidente de EE.UU. de George Bush.
En sintonía con la actualidad mundial bélica al momento de estrenarse el capítulo en Estados Unidos, el episodio que abrirá hoy la temporada (¿la penúltima de la serie?) se mete de lleno en la controversia que causó dentro de la propia sociedad estadounidense la decisión de Bush de bombardear Irak. I’m a little bit country (Yo soy un poquito country) ilustra –en clave satírica– sobre la hipocresía que manifestaron millones de norteamericanos en relación con la guerra, criticando el doble discurso que se impone en el país más poderoso del mundo. Mientras Cartman logra electrocutarse y viajar hacia la época de la independencia estadounidense para saber qué dirían de la guerra de Irak los “padres de la patria”, el pueblo se bate a duelo musical en la plaza de la ciudad, en un desopilante concierto entre rockeros (en contra de la guerra) y músicos country (a favor). Finalmente, la contienda entre unos y otros se corta por lo sano: ambos sectores toman conciencia de que se necesitan para mantener el poder mundial de los EE.UU. “La fuerza de este país –concluye Cartman, luego de su viaje al pasado– se basa en hacer una cosa y decir otra.” Un discurso southparkiano auténtico, que regresa a la TV sin perder un gramo de su habitual acidez.